Deia: Steve y Zoltán
Asier Vallejo Ugarte
Hace unos días un jurado internacional presidido por Philippe Albèra concedió al compositor Steve Reich (1936) el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento de 2013 en la categoría de Música Contemporánea. El estadounidense mantiene muy arriba un listón que los últimos ganadores del premio (Salvatore Sciarrino y Pierre Boulez) se habían encargado de situar bien alto. No sólo fue en los sesenta uno de los primeros compositores en reaccionar frente a la complejidad del serialismo, devolviendo a la música su simplicidad y sus principios más elementales e incorporándose a una corriente habitualmente llamada minimalista, sino que se interesó enormemente por nuevas culturas musicales extraeuropeas, como la africana, indonesia o hindú, convencido de que podrían prestar a los compositores occidentales nuevos modelos estructurales. Su influencia se sigue dejando sentir con enorme fuerza en la música actual.
El martes el PluralEnsemble de Fabián Panisello interpretará dos breves obras suyas dentro del Ciclo de Música Contemporánea de la Fundación BBVA, en el edificio de San Nicolás: Nagoya Marimbas (1994), para dos marimbas, y Music for Pieces of Wood (1973), para cinco pares de claves afinadas. Ritmos primitivos, estructuras sonoras repetidas y cambios graduales de fase como muestras de un estilo para el que no pasa el tiempo. El concierto se completará con obras de Morton Feldman, Mario Davidovsky, Julio Vieira y Carlos Sánchez-Gutiérrez.
Otro gran protagonista de la semana musical bilbaína va a ser Zoltán Kocsis (1953), que viene a dirigir y a tocar con la BOS el jueves y el viernes. No tiembla el pulso lo más mínimo al escribir que Kocsis es uno de los mejores pianistas de las últimas décadas y acaso el más destacado de la trinidad de musicazos húngaros que forma con sus viejos amigos Dezso Ránki y András Schiff. Su carrera es esplendorosa y buena parte de sus discos, sobre todo los dedicados a la música para piano de Bartók, son auténticamente legendarios. Puede que como director no haya llegado tan lejos, pero con la Orquesta del Festival de Budapest y la Filarmónica Nacional de Hungría ha venido demostrando que un músico enorme lo es siempre y de los pies a la cabeza. En el programa, entre bellísimas obras orquestales de Bartók y Dvorák, el Concierto para piano en Sol mayor K. 453 de Mozart volverá a poner orden y muchas cosas en su sitio.