En días sucesivos, Klassikbidea publicará en lo posible las críticas y comentarios que se publiquen en torno a una edición de Musika-Música de 2014, que ha supuesto un enorme éxito de público: se han vendido más de 35.000 entradas, 6.000 por encima de la asistencia de 2013. También se ha sabido que la edición de 2015 se centrará, una vez más, en el Barroco.
Asier Vallejo, que nos remite lo que define como “una visión parcialísima y escrita en volandas” (la publicamos a continuación) habla de un Javier Perianes “inmenso” en el Concierto nº 4 de Beethoven. con la Filharmonía de Galicia dirigida por Paul Daniel. Esta es la crónica que hoy domingo, con Musika-Música todavía en desarrollo, publicaba en el diario en el que colabora como crítico musical, razón por la cual no aborda la actuación de Perianes con el número cuatro de Beethoven al que nos hemos referido.
Mikel Chamizo, crítico de Gara y Mundoclásico.com, nos remite por su parte su crítica, publicada también hoy, y mañana incluiremos en Klassikbidea su crónica de esta edición.
Muchas gracias a ambos.
DEIA: La más Clara
Asier Vallejo Ugarte
Musika-Música. Palacio Euskalduna. 07-III-2014. Beethoven y Brahms, encuentro en Bilbao. Concierto nº 4. Sinfónica de Castilla y León. Director y piano: Iván Martín. Concierto nº 2. Aitzol Iturriagagoitia, violín; Iagoba Fanlo, violonchelo; Marta Zabaleta, piano. Sinfónica de Euskadi. Director: Howard Griffiths. Concierto nº 6. Judith Jáuregui, piano. Munich Chamber Orchestra. Director: Alexander Liebreich.
Puntualísimo salió Iván Martín a dirigir uno de los cinco conciertos que daban inicio a Musika-Música 2014. El grancanario, pianista de un talento sobradamente conocido y reconocido, chocó tanto con la Obertura de Las ruinas de Atenas como con la parte orquestal del Concierto para piano nº 1 de Beethoven. No le hizo ningún favor a la Sinfónica de Castilla y León, que dio una imagen pobretona, aunque al piano se defendió con atractivos claroscuros y una gran limpieza de líneas. La Sinfónica de Euskadi subió el nivel en el auditorio y, con Howard Griffiths al frente, devolvió a Beethoven su identidad en la Obertura Egmont. En el Triple concierto, obra de cámara y concertante al mismo tiempo, Aitzol Iturriagagoitia, Iagoba Fanlo y Marta Zabaleta (triplete guipuzcoano) mostraron una gran sintonía y jugaron a fondo las bazas del diálogo y del lirismo.
Uno de los conciertos más esperados era el número 6, pues raras veces se escucha en nuestras salas el Concierto para piano de Clara Schumann, uno de los talentos ocultos de la música del siglo XIX, esposa de Robert y reflejo platónico para Brahms. Compuesto cuando aún era una adolescente, es una obra extraña en muchos sentidos, con una forma singular y una orquestación sumamente convencional, aunque tiene riqueza de ideas y se ve dominada por una personalidad muy fuerte. Judith Jáuregui (sensibilidad, presencia, carácter) hizo bien en reivindicar a Clara, pues siempre es justo homenajear a quien lo merece. Alexander Liebreich y la Orquesta de Cámara de Múnich tuvieron su momento en una Primera sinfonía de Beethoven atravesada por un cegador rayo de luz.
Ayer por la mañana también hubo conciertos de valor. Benjamin Schmid, ovacionadísimo con la BOS y Günter Neuhold, se vio un poco al límite en el Concierto para violín de Brahms, que es una de sus grandes obras maestras, si no la mayor. En cambio, para el Casals los cuartetos op. 18 nº 4 y op. 74 de Beethoven fueron un paseo. Javier Perianes cerraba un círculo al tocar y dirigir, como Iván Martín, el Primer concierto del compositor de Bonn, pero lo hizo con una orquesta superior (la Real Philarmonia de Galicia) y con un pianismo que fluyó con la misma naturalidad sumada a una aureola poética aún más cautivadora.
GARA: La tentación de comparar
Mikel Chamizo
La inauguración del festival Musika-Música nos brindó en bandeja la oportunidad de llevar a cabo un ejercició que es casi tabú: comparar a la Orquesta de Bilbo y a la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Pero es que desfilaron una detrás de la otra sobre el escenario del Euskalduna: primero actuó la orquesta de la ciudad, con ese monumento que es la “Sinfonía nº9” de Beethoven; media hora más tarde, y usando los mismos atriles, la Sinfónica de Euskadi, con la trascendental obertura de “Egmont” y el “Concierto para piano, violín y violonchelo” del mismo autor. No caeremos nosotros en la trampa de compararlas, porque sería injusto. Ambos son buenos conjuntos, tesoros de la vida musical del país y cada cual tiene su personalidad propia, sus puntos fuertes y aspectos a desarrollar, lo que en última instancia abunda en riqueza para los aficionados vascos. Tampoco las obras que tocaron una y otra estaban en la misma liga de exigencia orquestal. Pero hubo algo que sí resultó evidente: la Orquesta de Euskadi llegó mejor ensayada al Musika-Música que su prima de Bilbo.
Es casi una tradición del Musika-Música que el festival arranque con un concierto de la Orquesta de Bilbo y que este salga un poco regular. Imagino que una cita de estas características tiene que ser difícil de encajar en la agenda de una orquesta que tiene ya tantos compromisos a lo largo de la temporada, pero año tras año parece que la BOS llegue con un par de ensayos de menos a sus actuaciones en el Musika-Música. Por supuesto, el conjunto bilbaíno tocó de forma más que aceptable esta “Novena” de Beethoven, que han repetido infinidad de veces e incluso en ocasiones muy recientes. Indudablemente, los vientos madera frasearon con gusto e intención, la cuerda tuvo sus buenos momentos -también malos, como la primera exposición de la célebre melodía del “Finale” en los graves- y los metales cumplieron bien. Pero toda la sinfonía, y en especial el último movimiento, estuvo más hilvanado que atado: demasiados pequeños errores, despistes, pérdidas de empaste, entradas dudosas y fraseos resueltos a medias. Tampoco Neuhold pareció poner demasiado entusiasmo con una partitura que, a priori, debería irle como anillo al dedo. La dirigió con la eficacia de un acercamiento correcto en su optimismo, pero con escasa profundidad. El cuarteto de solistas vocales, por su parte, llegó tan solo a arañar los mínimos, y la Coral de Bilbo dio lo mejor de sí misma, lo que no siempre se tradujo en lo más adecuado. Con todo, el público pareció disfrutar mucho de esta “Novena”, que no careció de fuerza, y le brindó una buena ovación.
La Orquesta de Euskadi se presentó asimismo con una partitura familiar para ellos, la obertura de “Egmont”, que interpretaron en la pasada temporada de abono. Todo salió como la seda: desde el denso color de la cuerda en los compases iniciales a los precisos toques de los metales en los pasajes más épicos. Howard Griffiths es un director con buenas y clásica ideas que obtuvo de la OSE un rendimiento ejemplar, también en una obra aparentemente sencilla para la orquesta como es el “Triple concierto”, pero que requiere mantener en todo momento la tensión para apoyar el diálogo del trío camerístico sin molestarlo. Griffiths lo hizo realmente bien, digno acompañante de los solistas que se hicieron cargo del piano, el violín y el violonchelo: Marta Zabaleta, Aitzol Iturriagagoitia e Iagoba Fanlo. Quizá no todos posean por igual el nervio que requiere un solista que se planta ante una orquesta, pero el trabajo de conjunto que realizaron fue minucioso y casi siempre delicioso. La exactitud del trabajo dinámico, la inteligencia compartida en el fraseo, e incluso detalles como coordinar la velocidad del vibrato en el “Largo”, dieron como resultado un evolución orgánica y cautivadora del discurso musical, que encandiló al público, esta vez, por su sutilidad.
Treinta conciertos en la última jornada del Musika-Música
Son cincuenta los conciertos que se han celebrado ya en las jornadas del viernes y el sábado, y, sin embargo, aún restan 30 conciertos más antes de la clausura del Musika-Música esta noche a las 20:30. Citas a no perderse hoy: el Chorus Musicus de Colonia con Das Neue Orchester y la “Misa en Do mayor” de Beethoven, a las 11:00; el “Concierto para piano nº4” de Beethoven con Javier Perianes al piano, a las 12:30; las monumentales “33 variaciones Diabelli”, también de Beethoven, por Miguel Ituarte, a las 14:00; la “Sinfonía nº3” de Brahms, por la Orquesta de Granada y Ros Marbá, a las 19:00; y el pianista Luis Fernando Pérez junto a la Sinfonía Varsovia, con el “Emperador” de Beethoven, a las 20:30.
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