Ongi etorri, Oriol Roch
Un artículo de Joseba Lopezortega
Interregno
Es una gran noticia que una entidad con el peso presupuestario y la proyección cultural y social de la Sinfónica de Euskadi deje atrás un periodo de abierta precariedad e incertidumbres. No tanto porque la orquesta haya dejado de hacer bien su trabajo en ningún momento, pues es sin duda un equipo profesional y bien engrasado, sino porque sin director musical y con un director general con las maletas hechas para abandonar el despacho, una entidad de esa importancia no puede recibir los impulsos que le son imprescindibles para progresar y mejorar. Dentro de esas coordenadas de mando tan difusas no hay posibilidad de fijar rumbos, sino sólo de mantener inercias y costumbres: y alguien tiene que decir dónde están los peces y cuándo echar las redes, y los beneficiados son –deberán serlo- tanto los trabajadores de la entidad como sus abonados y aficionados.
En los dos últimos meses las cosas se han enderezado, aunque con una gestión de los tiempos algo peculiar, que ha transmitido cierta sensación de improvisación. A principios de junio se subsanaba la carencia de director titular con la llegada de Jun Märkl como asesor musical, un eufemismo para facilitar que fuera un nuevo director general quien le ratificara formalmente como director musical. Hay que suponer, por tanto, que el nuevo director general conocía y aprobaba la elección de Märkl pero, ¿es que se sabía hace dos meses quién iba a ser el nuevo director general? De ser así, no se entiende que se haya tardado tanto en comunicar la elección, y se entiende todavía menos que esa comunicación se produzca a finales de julio. En la noche del domingo, 27 de julio de 2014 (tres días después de hacerse público), ni el Facebook ni el Twitter de la Euskadiko Orkestra se han hecho eco de la noticia de mayor calado estratégico para la organización desde la llegada del hasta ahora último director general, Iñigo Alberdi. Dado que la OSE trabaja la comunicación con previsión, eficacia y prontitud, ese silencio, cuya causa mas probable y prosaica sea las vacaciones de los responsables de comunicación, arroja sobre el nombramiento cierto aire de molesta e innecesaria clandestinidad y sobre todo pone de relieve que el probable orden lógico hubiera sido el inverso: primero un director general y después un director musical. Sea real o no, y aunque de hecho ni siquiera tenga importancia, la sensación que subyace es que se ha llegado a Oriol Roch tras un largo camino con bastantes etapas y algunos vericuetos.
A título de anécdota, tampoco las redes de la Real Filharmonía se han hecho eco por el momento de su salida de la organización. Roch sí lo anunció en galego el 24 de julio en su perfil en Twitter: “A finais de agosto deixarei a Dirección Tecnica da @rfgalicia. Dez anos apaixoantes de boa música e moito traballo. Grazas”, decía el hasta ahora director técnico de la Real Filharmonía.
Una apuesta inesperada
Lo cierto es que el nombramiento de facto de Märkl como asesor musical no supuso la mínima sorpresa, sencillamente era el maestro esperado, mientras que la llegada de Oriol Roch ha sido, al menos para quien esto escribe, toda una sorpresa: en primer lugar, Roch es el primer director general no vasco en la historia de esta orquesta, que se anuncia en el exterior como Basque National Orchestra y está sostenida por el Departamento de Educación, Política Lingüística y Cultura del Gobierno Vasco (es decir, por los impuestos de todos los vascos de la CAV); salvo error involuntario, es más específicamente el primer director de la historia de la OSE no guipuzcoano, rompiendo lo que era hasta ahora una especie de costumbre o ley no escrita en vigor desde el tenaz e indisimulado esfuerzo radicador inyectado a la orquesta desde su nacimiento por su principal impulsor, Ramón Labayen, siendo consejero de Cultura del Gobierno Vasco y antes de ser alcalde de Donostia.
Probablemente Oriol Roch sea también el alto cargo foráneo mas importante que haya nombrado el Departamento de Educación, Política Lingüística y Cultura del Gobierno Vasco para una de sus entidades emblemáticas y plenamente dependientes. Hay muchas formas de interpretar este hecho, pero es una decisión imprevisible y valiente, porque el trabajo del elegido se va a mirar con especial rigor (aunque no tanto como si llega a ser nacido en Barakaldo o Durango, y que los amigos lectores de Gipuzkoa lo entiendan como un guiño afectuoso). Roch implica que se ha optado desde una óptica global en un entorno que es de hecho global, y significa traer a Euskadi, cuya sociedad musical es decididamente pequeña y está tan acantonada como los señoríos de “Juego de Tronos”, posibles formas nuevas de entender la orquesta y la relación de esta con el conjunto, y subrayo conjunto, de la sociedad vasca: amplia, diversa y permisiva, pero también pequeña y extremadamente susceptible, y estructurada administrativamente en torno a tres territorios históricos desiguales y escasamente cohesionados que son, por igual, la razón de ser de esta dinámica y relativamente joven Orquesta, y que deben evitar, por igual, sentirla como propia o apropiable. Desconozco si la consejera Uriarte o no valora o no conoce posibles gestores vascos capaces, yo desde luego conozco alguno, pero no creo que ser vasco sea un requisito curricular para trabajar en la cultura vasca, y en cambio creo que la llegada de una mirada nueva y renovadora puede aportar genes fértiles a la Orquesta y a nuestro País. Por poner algunos ejemplos, sin el mínimo afán de exhaustividad, el director de Quincena Musical es el madrileño Patrick Alfaya, y recuerdo el memorable paso por el bilbaíno Teatro Arriaga de Lluis Pasqual, o posteriormente la labor del asturiano Emilio Sagi. Todos ellos han contribuido y/o contribuyen a impulsar la cultura que produce Euskadi. En este sentido, Oriol Roch merece tener y sentir abiertas todas las puertas, pero también debe justificar las expectativas que, sin duda, han debido motivar su nombramiento. A la espera de hacerlo oficial, cuando deberá comenzar a explicar cuáles van a ser las líneas de trabajo del Departamento de Educación, Política Lingüística y Cultura en la OSE, las expectativas generadas no han debido ser pocas. A través de distintos pocos canales, todos ellos frágiles pero fiables, se me dice que es hombre capaz y con buenas ideas, pero falta saber cuáles son y cómo encajarán en la dinámica de la OSE, en su tradicional ciudad sede y en el conjunto de la sociedad vasca. Le gusta pensar en la orquesta en términos de versatilidad, respuesta social, apertura a la colaboración con entidades educativas musicales, diálogo con agentes culturales y sociales… Es muy interesante escuchar esta entrevista en Cadena SER (pulsar sobre Cadena Ser), en la que entre otras cosas se refiere a la paridad entre la Sinfónica de Euskadi y la Sinfónica de Bilbao y en cierto sentido la contrapone con la complementariedad existente entre la Real Filharmonía y la Sinfónica de Galicia.
Algunos contextos y algunos retos
Roch llega a la OSE desde la Filharmonía de Galicia, una formación creada e impulsada bajo la presidencia de Manuel Fraga en la Xunta de Galicia, y dependiente del “Consorcio de Santiago”, órgano del Real Patronato de la Ciudad de Santiago de Compostela, cuyo objeto social es “coordinar y promover las acciones del Gobierno de España, Xunta de Galicia y Ayuntamiento de Santiago, orientadas a la preservación y revitalización de la ciudad de Santiago de Compostela y de su patrimonio cultural” y al que pertenecen desde Felipe VI al Arzobispo de Santiago, pasando por supuesto por representantes de Gobierno y Xunta de Galicia o la Universidad. Digamos que el modelo administrativo y de financiación no es exactamente el mismo que el de la OSE, ni tampoco su objetivo. La Real Filharmonía dio su primer concierto en 1996, la OSE en 1982. Galicia ya contaba con una formación sinfónica, la ya citada y hoy prestigiosa Orquesta Sinfónica de Galicia, OSG, creada en A Coruña por el alcalde socialista Francisco Vázquez, que había dado su primer concierto en 1992, y que está financiada por el Ayuntamiento de A Coruña, la Diputación de A Coruña y la Xunta (y de la que fue gerente Patrick Alfaya, ahora en Quincena Musical). El terreno que va a pisar Roch no es por tanto el mismo en Santiago que en Miramón, en casi ningún sentido (y quien quiera superponer este mapa gallego al mapa sinfónico vasco y su historia, sus estructuras de actividad y financiación, pasará un rato entretenido; pero no es el objetivo de este artículo). Bien, el contexto que trato de describir de forma tan enrevesada se puede reducir a un enunciado muy simple: Oriol Roch no viene a la OSE desde una orquesta mejor y mas rodada, sino similar –siendo elegantes y en el mejor de los casos- a la propia Euskadiko Orkestra. Si es un buen gestor, va a disfrutar mucho con un instrumento mas potente entre las manos desde el que poner en marcha ideas e iniciativas, y la OSE experimentará un impulso muy beneficioso. Si por ejemplo nos atenemos a la presencia de patrocinadores y colaboradores, la OSE exhibe en su web una estructura bien trabada, elaborada y sostenida, y al menos en una primera visión es complicado encontrar esta información en la web de la Real Fhilharmonía, suponiendo que existan esa estructura y ese listado, al menos en la web. Roch tiene ante sí tareas apasionantes, y también muy atractivos aprendizajes. Hay que dejarle hacer.
Todo indica que Oriol Roch es un gestor con experiencia y consciente de los retos de su nueva responsabilidad y de la visión y misión que el Departamento de Educación, Política Lingüística y Cultura del Gobierno Vasco desea para la Orquesta; también puede y debe suceder que sea él quien ayude al Departamento precisamente a diseñar y construir el futuro de la OSE, que es el territorio en el que como especialista puede y debe apostar y brillar. En la medida en que la OSE es uno de los mas importantes actores del atlas musical vasco, aunque desde luego no el único, Roch está llamado a colaborar para una mejor comunicación con el conjunto de las entidades musicales vascas, y a materializar un importante papel en el futuro de la Clásica en Euskadi y, sería de desear, en la presencia de la OSE como embajadora cultural vasca más allá de un territorio pequeño, que se recorre en pocas horas de autobús (autobús: probablemente la pesadilla de los profesores de la OSE). Ojalá con él la orquesta brille y gire, y el binomio Märkl/Roch marque época, y ojalá con él el conjunto del sinfonismo vasco se enriquezca y avance hacia un futuro sin duda complejo, pero cargado de posibilidades y promesas.
Bienvenido Oriol Roch y bienvenida su nueva mirada. Ongi etorri, benvingut.
4 comentarios
Interesante… Y a día de hoy, ¿qué opinas?
Artísticamente la orquesta está bien, pero una parte significativa de sus trabajadores está muy soliviantada. De cómo se gestione la actual situación de conflicto laboral y de cómo cuaje Treviño como titular dependerá el balance del mandato de Oriol Roch.
Gracias Joseba.
El asunto es que Roch ya comentabla en la entrevista (muy interesante) http://www.diariovasco.com/culturas/musica/201610/06/oriol-roch-director-sinfonica-20161006001950-v.html del 6 de octubre de 2016:
“Mi intención es racionalizar el funcionamiento de la orquesta para que el ambiente sea mejor y más fácil: cubrir las plazas vacantes con la cadencia que pueda pactar con el consejo de administración y de acuerdo a la ley.”
¿Es posible que éste sea un problema que ya conocía Roch antes o inmediatamente después de su nombramiento y que por lo tanto sea la patata caliente que le pasa la Consejería?
Hola de nuevo Manu,
Esa pregunta la pueden responder Oriol Roch o desde la Consejería, el resto es conjeturar. Lo que la fecha de la entrevista deja claro es que al menos dos o tres meses después de ser nombrado, Roch ya conoce la existencia de ese problema y establece su solución como una prioridad. Desconozco lo que después haya podido materializar.