Mundoclasico: En llamas
Este artículo fue publicado en www.mundoclasico.com el 06/11/2014
Ainhoa Uría
Bilbao, 23/10/2014. Palacio Euskalduna. Modest Mussorgsky, Una noche en el monte pelado, Fantasía Concierto. Sergei Rachmaninov, Rapsodia sobre un tema de Paganini op. 43. Johannes Brahms, Sinfonía nº1 en do menor, op. 68. Luis Fernando Pérez, piano. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Dirección: Günter Neuhold. Aforo: 2164. Asistencia: c. 1350
Todas las obras dan una sensación cuando comienzan a sonar en un auditorio. Algunas se hacen esperar más y otras algo menos, pero la autoridad con la que comienza la Rapsodia sobre un tema de Paganini reforzada con la entrada de Luis Fernando Pérez es tan categórica que enciende al espectador para seguir escuchando toda la obra; 24 endiabladas variaciones basadas en el endiablado Capricho 24 de Paganini. Precisamente por la personalidad de Paganini, de quien decían que había hecho un pacto con el diablo (de ahí tanto endiablamiento) hay muchos músicos y literatos que han sido arrastrados al fuego de su música. Rachmaninov fue uno de ellos y aunque otros como Brahms o Lutoslawsky dentro de su coherencia compositiva fueron más fieles al Capricho, Rachmaninov utiliza el material de forma que se entrelazan las variaciones de un modo continuamente inspirador e inspirado en un baile con danzas muy diversas.
Pero este baile es complicado de bailar porque los pasos tienen que estar perfectamente dados para no dessincronizarse, que es lo que pasó en alguna que otra variación de la Rapsodia, en concreto la IV, la VIII y la IX. Pero por lo demás la Rapsodia brilló como se esperaba. La variación XVIII sonó muy lírica y la incorporación de las cuerdas fue muy intensa. Y a partir de ahí orquesta y pianista caminaron de la mano hasta el final del baile.
Impactante comienzo de la velada con Mussorsky; sensaciones tenebrosas de la noche se dejaron oír mientras las brujas iban preparando la ensoñación en la que nos iba a envolver Rachaminov minutos más tarde. El maestro Neuhold, que fue titular de la BOS durante seis años, dirigió como invitado la obra con la seguridad tantas veces vista en el y un conocimiento profundo de la partitura.
La segunda parte se dedicó al maestro Brahms. El trabajo de la Primera sinfonía fue excelente. Brahms esperó tantos años para sacarla a la luz … al final siempre pensamos que los que nos precedieron y tuvieron prestigio nunca tuvieron miedo, pero la técnica compositiva de Beethoven junto con su espíritu revolucionario, más romántico que clásico había dejado el listón muy alto y por eso Brahms se pensó muy mucho si sacar su Primera sinfonía con la que rendía honor a Beethoven y su buen hacer sinfónico. El trabajo del maestro Neuhold y la orquesta estuvo muy bien hecho y muy a la altura de una obra compuesta bajo mucha presión, y por eso mismo confeccionada a lo grande. El comentario que se oyó en la escultura del alga después de terminar el concierto era que había sido un trabajo de maestro artesano. Estoy totalmente de acuerdo. También es verdad que el orden de las obras debería haber sido al revés; comenzar por Brahms y culminar con Rusia, puesto que en materia de tensión e impacto la primera parte era mucho más rica y Brahms aflojaba la cuerda de la tensión aun habiendo sido excepcional; en materia de música el orden altera mucho el producto y el material tiene que ir en tensión porque de otro modo se corre el riesgo de que el público pierda la atención.
Las notas al programa de Mercedes Albaina me han parecido muy consistentes y líricas, con una historia muy fácil y gustosa de seguir y con un contenido profundo de la realidad de los tres compositores sentidos hoy.
En cuanto a la elección del programa es muy acertado por su interconexión; Paganini influyó en Rachmaninov que fue coterráneo de Mussorgsky, y a la vez Rachmaninov y Brahms comparten un fuego en la música que nos vuelve a conectar con el pacto con el diablo de Paganini y el akelarre de Musorgsky. Y todo esto en un programa en cuya portada la BOS arde en llamas…