(Gracias a www.mundoclasico.com por dejarnos compartir esta entrevista, publicada originalmente en ese medio el 27/11/2014)
María Bayo: “El reto del jurado es detectar al verdadero artista”
Mikel Chamizo
María Bayo es la presidenta del jurado en el Concurso Internacional de Canto “Pedro Mª Unanue” de Bilbao, que comenzó el pasado sábado. La cantante de Fitero ha aparcado momentáneamente sus compromisos internacionales para buscar a las nuevas promesas del canto lírico entre 88 aspirantes de 19 países. La final se celebrará el sábado 29 en el Auditorio Euskalduna, con doce finalistas respaldados por la Orquesta Sinfónica de Bilbo y el maestro Cristóbal Soler.
Pregunta: Lleva unos meses defendiendo el repertorio de su último disco, “Canciones españolas”, grabado junto a la Orquesta Sinfónica de Navarra y Ernest Martínez Izquierdo. El contenido no es, quizá, el más comercial: canciones orquestales de Esplá, Toldrá, Montsalvatge, Turina y del navarro García Leoz. ¿Qué acogida ha tenido el disco?
Respuesta: La verdad es que ha ido todo fenomenal, ha recopilado críticas estupendas y los conciertos que hemos hecho en torno a él se han vendido bien y con una estupenda acogida por parte del público. De hecho, el éxito nos ha animado a insistir en ese repertorio no tan conocido y en septiembre grabamos otro disco que saldrá al mercado en junio del 2015 y que contendrá canciones para voz y piano de Bizet, de Max Moreau, un pintor y compositor que tuvo mucha relación con Granada, y también de Lecuona y Guastavino.
¿Fue difícil lograr que el disco fuese distribuido por Deutsche Grammophon?
Sí, fue difícil, porque hoy en día a las discográficas hay que dárselo todo hecho. Se trata de la discográfica clásica más importante del mundo y en eso mi nombre fue una puerta de acceso. Acogieron el proyecto con gran interés pero estudiaron a fondo su viabilidad y pusieron unas condiciones concretas para llevarlo a cabo, como que la Orquesta de Navarra comprara un elevado número de copias. Afortunadamente, como el disco ha ido bien, Deutsche Grammophon se ha interesado en editar también el próximo. Y es que este tipo de repertorio no está bien reflejado en el catálogo y tampoco hay muchas cantantes españolas que lo hagan. Un proyecto bien meditado y con repertorio nunca antes grabado es algo que, ahora mismo, interesa bastante a las discográficas.
Mucha gente asocia su nombre con las óperas de Mozart, Rossini o con el Barroco, pero su relación con la canción de concierto viene de mucho tiempo atrás.
De mi primeros años de conservatorio. De hecho, marché a Alemania para ampliar y perfeccionar mi repertorio liederístico y ya en los inicios de mi carrera éste ocupó un lugar central en mis presentaciones en París o Londres. Todavía hoy intento reservar un par de meses al año para trabajar la canción de concierto, porque además es un ejercicio estupendo para mantener en forma la voz. Cantar junto a un piano, ante un público reducido, es una prueba de fuego que requiere tener un control perfecto de la voz y del estilo.
Acaba de cantar las “Seis canciones castellanas” de Guridi junto a la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Para mucha gente han sido un descubrimiento. ¿Qué relación guarda con la música de Guridi?
La conozco bien, porque mi profesora Edurne Aguerri era vasca y me introdujo en su música desde muy temprano. Además en Navarra, por razones obvias, Guridi siempre ha estado muy presente. Yo lo llevo en mi repertorio desde hace mucho tiempo y cuando la Orquesta de Euskadi me propuso retomar estas canciones me pareció genial, pues llevo años cantándolas. Bueno, tres de las seis, porque las otras tres no tienen la mejor tesitura para una soprano, son muy graves, y creo que esa es la razón de que no se canten muy a menudo.
La versión original para voz y piano es extremadamente intimista en ciertos momentos, como en “No quiero tus avellanas”. ¿Cómo fue cantarlas junto a una orquesta sinfónica?
Me temo que el arreglo que se hizo no fue el mejor y habría que replantear otra versión con un uso más intimista de la orquesta. El exceso de peso orquestal fuerza necesariamente al cantante a un cambio de planteamiento en su forma de cantar y quizá no era lo más adecuado para la delicadeza que persigue Guridi. No salí del todo convencida pero aún así fue una experiencia estupenda, porque al estar en la programación de la Orquesta de Euskadi estas canciones, que al fin y al cabo son preciosas, gozaron de gran difusión.
Repite como presidenta del jurado en el Concurso Internacional de Canto de Bilbo, que se está desarrollándo desde el pasado sábado. ¿Con qué filosofía se acerca usted a los concursos de canto?
Con la filosofía de alguien que, hasta llegar a donde está, ha trabajado y pasado por muchos teatros. Ese poso de experiencia acumulada es el que me sirve para evaluar a los concursantes, siempre guardándoles un gran respeto porque conozco de primera mano el valor que requiere subirse a un escenario y los nervios que conllevan de los concursos.
¿Qué impacto tuvieron los concursos sobre su propia carrera?
En mi caso ganar el Concurso Belvedere de Viena fue importantísimo: me abrió muchas puertas, comencé a hacer producciones y, en cierto modo, gracias a él despegó mi carrera. Mi experiencia personal con los concursos es maravillosa, pero también sé de otros cantantes a los que ganar concursos no les ha servido de nada, o incluso el caso de cantantes que no han ganado ningún premio pero que han sido descubiertos durante un concursos. Por eso me parece muy beneficioso que los jóvenes se presenten a concursos. Aunque no ganen, siempre será una oportunidad para que les escuchen agentes, directores de teatro y otras personas del mundo de la lírica. Es como hacer una audición a lo grande.
Personalidad, técnica depurada, conocimiento estilístico… ¿Qué es lo que busca usted en el ganador de un concurso de canto?
Todo lo que comentas y más. La dificultad estriba en que a un verdadero artista lo hace la suma y el equilibrio de muchos factores. Por otra parte, hay que tener en cuenta que los jóvenes que se presentan a menudo no han desplegado aún todas sus cualidades y posibilidades. Así que hay que saber escuchar y reconocer el talento por encima de ciertas deficiencias vocales o estilísticas que se pueden depurar con el tiempo -y es necesario acompañarles y apoyarles en ese proceso-. Detectar a esos verdaderos artistas es lo más complejo pero también lo más apasionante de los concursos.
En Bilbo comparte jurado con otras grandes figuras del canto, como June Anderson o Marjana Lipovsek. Las tres provienen de escuelas de canto distintas y sus ideas difieren notablemente. ¿Se suelen producir roces o discusiones en el seno de los jurados?
No es habitual, porque aunque los cantantes podamos tener visiones distintas del arte del canto hay una idea general, una base, que es la misma para todos. Con June Anderson coincidí en el jurado del último concurso Reina Elizabeth de Bruselas y no tuvimos ninguna dificultad en ponernos de acuerdo. Con los que suele haber más disparidad de opinión es con los miembros del jurado que no son cantantes, por ejemplo agentes o directores de teatro, que se fijan en otros aspectos de los concursantes que a los cantantes quizá no nos interesan tanto. Con ellos sí se suelen generar discusiones, pero los cantantes, entre nosotros, nos solemos entender bastante bien.
¿Y cómo se resuelven esas discusiones?
Esto es una democracia y cuentan los votos, pero si hay que resolver una votación muy igualada la presidenta es quien tiene la voz cantante, nunca mejor dicho en este caso.
Este año se presentan al Concurso de Bilbao 88 aspirantes. Pueden parecer muchos pero son menos que en la edición anterior. ¿También se da la crisis en los concursos?
Sin duda. Hace dos años, cuando asumí la presidencia del Concurso de Bilbao por primera vez, hubo muchos más participantes. Las crisis afecta a todos y presentarse a un concurso no es barato: hay que pagarse el viaje, el hotel, las comidas, porque la organización solo asume los costes de los que llegan a la final. Y como una mayoría de los participantes son estudiantes de canto sin grandes posibilidades económicas, no es fácil para ellos presentarse.
Hay un detalle llamativo en las cifras del Concurso: 37 de los 88 aspirantes proceden de Corea del Sur, frente a 17 de España, el siguiente en la lista de los 19 países representados. Últimamente hay muchísimos coreanos en los concursos de canto y a menudo los ganan, como ocurrió con las últimas ediciones del Jacinto Guerrero o el Francisco Viñas. ¿A qué cree que es debido esta abundancia de ciudadanos de Corea en los concursos?
No sé la razón, pero es un fenómeno notorio que en los últimos años los concursos de canto están copados por coreanos y chinos. Antes pasaba también con los japoneses, pero ya no tanto. Imagino que en esos países tienen una proyección sobre el canto lírico que no se da en otros lugares. Sienten una atracción tremenda por la música clásica y la observan con gran respeto. Cuando he estado allí cantando me sorprendió la actitud de la gente hacia mí, casi de veneración. Valoran mucho la figura del artista e imagino que eso, junto a buenas universidades y profesores, está detrás de que tengan tantos cantantes y que sean, en general, bastante buenos.