Uno de los grandes méritos de Mendelssohn (y son muchos) fue recuperar la obra de Johann Sebastian Bach. Y no sólo por su importante papel en el resurgimiento del interés en la obra de Bach, sino por su forma de componer, basada muchas veces en el barroco y el contrapunto, aprendidos del gran maestro.
Este es el caso de la sinfonía-cantata Lobgesang, que la BOS y la Sociedad Coral de Bilbao están interpretando ayer y hoy en el Euskalduna de la mano de Víctor Pablo Pérez en el séptimo concierto de abono, el concierto de Navidad.
La sinfonía nº 2 de Felix Mendelssohn-Bartholdy nos lleva además a otro de los grandes compositores alemanes, Beethoven, que fue el primero en incluir el canto coral en una sinfonía.
Sin embargo, Mendelssohn quiso ir más allá, no quiso quedarse sólo en un movimiento coral como remate de una sinfonía, sino que quiso integrar esa forma musical con la de la cantata barroca, una entidad en sí misma, con sus arias, recitativos, corales y números contrapuntísticos fugados al estilo de Bach.
Esta dualidad romántico-barroca, tan habitual en la música de Mendelssohn, la ha sabido entender a la perfección Víctor Pablo Pérez, transmitiendo con gesto firme a la BOS y a la Sociedad Coral de Bilbao toda la riqueza y sutileza de la polifonía barroca con la intensidad pasional del romanticismo, por más que Mendelssohn sea el más próximo al estilo clásico en sus composiciones.
Partiendo de un trabajo limpio y muy minucioso de preparación de la obra que ya había realizado con los cerca de 100 coralistas Julio Gergely, director de la Sociedad Coral de Bilbao, el Mº Pérez ha añadido su impronta llenando de colores y contrastes los números vocales.
Destacada importancia le ha dado a los textos, como ya lo hizo en su momento el propio autor. Son textos bíblicos escogidos por Mendelssohn por su relación con la luz (la Luz, para ser exactos), el abandono de la noche y las tinieblas para alcanzar un mundo de iluminación. En esta obra, escrita para festejar el cuarto centenario del nacimiento de la imprenta, el compositor quería hacer una analogía entre la iluminación, tal y como está entendida en los textos religiosos, con la iluminación intelectual que supuso la creación de la imprenta. Y Víctor Pablo Pérez ha conseguido transmitir a la orquesta, y sobre todo a las voces, esta luz.
Destacables son los números de los solistas, especialmente el dúo de las dos sopranos (Marta Matheu y Maite Arruabarrena), con un ambiente etéreo acompañado sutilmente por el coro, y el momento al final del sexto número cuando el tenor (Maximilian Schmitt) pregunta repetidamente Hüter, ist die Nacht bald hin? (Se irá pronto la noche?) y la voz de la soprano, en medio del silencio casi mágico que ha dejado el eco del tenor, contesta: Die Nacht ist vergangen (La noche ya se ha ido).
Pero, a pesar de los bellos momentos descritos, el más emocionante sin duda es el nº 8 de la cantata y pieza central de toda la obra: un coral al más puro estilo de Bach, en el que las 100 voces del coro cantan a capella:
Dad gracias todos a Dios,
con corazón, labios y manos.
Él, que nos proveerá
en las necesidades:
Él, de quien proviene todo lo bueno,
que nos protege
desde nuestra infancia
y nos reconforta.
Alabanza, honor y gloria sean dadas
al Señor, al Padre, al Hijo
y al Espíritu Santo,
en el supremo trono de los cielos.
Gloria al Dios de la Trinidad,
que separó la noche y la oscuridad
del día y la aurora.
Alabémosle con nuestros cánticos.