Joseba Lopezortega
La programación de “La llama” de José María Usandizaga en la temporada de la Sinfónica de Euskadi no sólo ha significado una merecida reivindicación de la figura de un gran compositor, sino que ha legado para la posteridad una edición crítica de la partitura y una grabación. El título llevaba ochenta años sin representarse, y probablemente tenga dificultades para volver a escucharse en un futuro inmediato fuera del marco del centenario del enorme compositor donostiarra, y por eso programar “La llama” ha supuesto no sólo un notable acontecimiento musical, sino un elevado gesto cultural propio de una entidad que, como la OSE, se debe (literalmente) al conjunto de la ciudadanía vasca, y necesita por tanto acometer este tipo de valiosas iniciativas. “La llama” es ciertamente un proyecto cultural de Estado y marca un imprescindible vector de trabajo que justifica y fortalece la existencia de la propia entidad.
Hay al menos un segundo aspecto que debe ser destacado. El miércoles, el Euskalduna Jauregia ofrecía el insólito y estupendo espectáculo de ver trabajando las cámaras de la televisión pública vasca, ETB, grabando un concierto de música clásica. Que “La llama” se grabe y emita es un logro indudable de la OSE, y pone la lupa sobre un problema que debe analizarse y acometerse pronto. Resulta paradójico que dos entidades dependientes de una misma consejería, EITB y Orquesta Sinfónica de Euskadi, se encuentren sólo de forma ocasional y con motivo de un acontecimiento de índole local, como el centenario de la muerte de Usandizaga, cuando una televisión pública debe, y subrayo debe, trabajar en dos líneas convergentes: transmitir la cultura que se produce en su país y dar valor a un instrumento cultural tan importante como una orquesta cuyos fondos provienen, además, de las mismas arcas y del mismo Gobierno. La formulación del problema es simple: ¿por qué se considera que no tienen interés televisivo las actividades de una orquesta que sin embargo se financia precisamente por su importancia como activo cultural?
“La llama” no puede ser un hito, sino que debe ser un punto de partida. Los índices de audiencia pueden importar a las televisiones privadas, y así sucede en buena lógica, pero no pueden representar un termómetro para una televisión pública que debe difundir la cultura que se produce en su entorno. El ente EITB no puede declarar que la música clásica no interesa e ignorarla, porque si realmente no interesa la Consejería debiera tomar medidas en la propia OSE. Y si interesa y la apuesta por la orquesta es sólida y consciente, es precisamente EITB como herramienta de difusión la que debe ponerse al servicio de la orquesta. Una televisión es un medio, precisamente un medio, no un fin ni un tribunal con capacidad de decisión sobre los intereses culturales y ciudadanos, máxime si se invierte en la sociedad a medio y largo plazo.
Es bueno y es exigible que las cámaras estén presentes en los conciertos, y hay que recordar en esta línea que Euskadi tiene una televisión pública, pero dos orquestas públicas, aunque con distintas fuentes de financiación, OSE y Orquesta Sinfónica de Bilbao, BOS. Si ETB decide abrirse a la música clásica, debe afrontar la existencia de las dos orquestas con la misma visión de país con la que se abre a la existencia de distintos clubes de fútbol, aunque la lógica y la necesidad de un acuerdo con la OSE sean especialmente clamorosas.