Deia: “Hacia lo apolíneo”
Asier Vallejo Ugarte
Sociedad Filarmónica de Bilbao. 9-IV-2015. Bachorchester des Gewandhauses Leipzig. Concertino y director: Christian Funke. Bach, Conciertos de Brandemburgo BWV 1046-1051.
Los seis Conciertos de Brandemburgo de Bach son mucho menos inofensivos de lo que hoy día pueden parecer a primera vista: hay que tomar perspectiva y trasladarse a 1721 para encontrar en ellos soluciones formales y combinaciones instrumentales sin precedentes en la música de entonces. A ambas se suman innovaciones determinantes como el poderoso pasaje solista del clave en el Quinto concierto. Nunca hasta ese momento un instrumento de teclado se había adentrado con tal valentía en los dominios de una obra concertante y no lo volvería a hacer prácticamente hasta la llegada de Mozart. Esa ambición experimental, unida a la variedad interna del conjunto, ha dotado a los Brandemburgo de una consideración y una popularidad que se vinieron arriba cuando, hace poco más de cinco décadas, Nikolaus Harnoncourt los grabó con el Concentus musicus Wien desde una visión radical y rompedora (fue su primer Bach en disco) que contribuiría decisivamente a cambiar para siempre el rumbo de la interpretación no sólo de la obra del alemán, sino de la música antigua en general.
Esa grabación, en coherencia con su idea de buscar “hacer justicia a la música antigua como tal, y reproducirla a tenor de la época en que fue creada”, cuestionó muchas convenciones acumuladas desde tiempos inmemoriales en temas como la articulación, la afinación, la sonoridad o la medida del tiempo, y también animó el complicado debate sobre el uso de instrumentos modernos o instrumentos de época. El paso del tiempo se ha posicionado de manera rotunda con la segunda opción, al menos en la práctica, y ahora los grupos de referencia que tocan Bach con instrumentos modernos nadan completamente a contracorriente. Por eso el jueves sorprendió de inicio el sonido de la Bachorchester des Gewandhauses Leipzig: es un sonido que puede estar perdiendo la batalla, un sonido que choca frontalmente con esa sequedad que ahora domina las salas de conciertos. Y sin embargo, fue clara la voluntad del ensemble de hacer valer una idea comedida, mesurada y apolínea de esta música, liberada de aristas y distanciada de extremos. No podían tener mejor aval estos espléndidos instrumentistas que su presencia en la Gewandhausorchester de Leipzig, una de las mejores orquestas del mundo. Pero en Christian Funke, que un día fue su concertino, se nota el peso de una trayectoria muy larga y su violín no siempre pudo con el virtuosismo que demandan estas obras, con ese virtuosismo que es consustancial al “estilo de concierto” barroco en todas sus formas.