Joseba Lopezortega /
La Bilbao Orkestra Sinfonikoa ha anunciado su programación para la temporada 2015/2016. Creo que conviene contextualizar esta programación, que puede consultarse detalladamente aquí, de acuerdo a dos hechos muy importantes. En primer lugar, porque ya toma las riendas de la BOS en varios programas su nuevo director titular, tras una temporada, la 2014/2015, de evidente espera y cierta inevitable zozobra, dado el interregno entre Günter Neuhold y Erik Nielsen. Esos vacíos no son buenos para las orquestas y tampoco, consecuentemente, para sus seguidores y aficionados, y la transición entre la salida de Neuhold, prematuramente anunciada, y el nombramiento de Nielsen, tardío aunque acertado, fue demasiado larga.
En segundo lugar, porque sólo unas semanas después de esta presentación Bizkaia y Bilbao se citan con las urnas, y es posible -realmente es más que probable- que cambien los integrantes actuales del Patronato Juan Crisóstomo de Arriaga, órgano que en definitiva sostiene y rige a la BOS y marca sus objetivos estratégicos y decide sobre sus mecanismos y políticas de gestión. Así, la temporada 2015/2016 es una pista de aviación en la que un elemento de enorme influencia aterriza, el flamante director titular de la BOS, y otro elemento de la máxima trascendencia despega, su órgano de dirección, su Patronato. Dado que Ibone Bengoetxea deja con seguridad el Ayuntamiento, y dado que no parece que Josune Ariztondo vaya a seguir a la cabeza del departamento de Cultura de la Bizkaiko Foru Aldundia, es el momento de agradecer lo mucho que ellas y sus equipos han trabajado en defensa de la BOS en momentos muy complejos de crisis económica. También es momento de confiar en que los nuevos tiempos, que inevitablemente se aproximan a esa metafórica pista de aterrizaje y despegue, serán propicios para la orquesta y servirán para rearmar el proyecto con nuevos objetivos e impulsos que a fecha de hoy son pura conjetura, pero que deberán materializarse de la mano de los nuevos integrantes del Patronato, sean estos quienes sean y siempre como resultado de la soberanía popular expresada en las urnas. Eso será bueno para la institución musical: a nuevos tiempos, nuevos modos.
Protagonista, el piano
Inmersa entre esos dos grandes ejes, es bastante claro que la programación presentada sigue siendo claramente de transición y carece de un esquema o patrón reconocibles. “Piano con label” es una idea simpática, y además de su vertiente de presentación de nuevos valores (en el ciclo de Cámara) volverá a sentar al piano en el Euskalduna al gran Achúcarro (Noches en los jardines de España, de Manuel de Falla, con Nielsen en el podio) y traerá a la temporada a Judith Jáuregui, con un número 24 de Mozart que es sencillamente imposible en el enorme auditorio del Euskalduna y que pondrá a prueba a pianista, maestro (Nielsen) y orquesta; a Miguel Ituarte con Nabil Shehata (Capriccio para piano y orquesta de Stravinsky y Rondó en La mayor para piano y orquesta de Mozart (de nuevo Mozart en la inmensidad del auditorio); y a Marta Zabaleta, bravísima al anunciarse con el Número 2 de Rachmaninov, de un nivel de exigencia extraordinario.
Además del “piano con label”, en el Euskalduna sonará (una vez más) el Concierto para piano y orquesta en La menor de Grieg, con Regina Chernichko y dirección de Pablo González, y vuelve a visitar el auditorio el famoso pianista Lang Lang. Es francamente curiosa la insistencia de la dirección de la BOS con el pianista chino, cuando hay otros enormes pianistas en el mundo, incluso sin salir de China, ¿qué aporta a los aficionados esta repetición? Lang Lang de nuevo y tan pronto me parece un paso en falso. No atrae público a la Sinfónica, lo distrae de la Sinfónica.
Protagonismo de Erik Nielsen
Nielsen dirigirá seis de los 17 programas de la temporada y es, por supuesto, el principal de los maestros anunciados, a la espera de conocerse quién se hará cargo del ballet que, por vez primera, llega a la temporada de abono de la BOS (El amor brujo, ballet Víctor Ullate). Nielsen deleitará a buen seguro con la Sinfonía nº 5 en Mi menor de Chaikovski, seguirá la estela de grandes brucknerianos que han sido titulares de la BOS como Neuhold y Juanjo Mena, y antes Theo Alcántara y Pedro Pirfano -y no se si se puede ir más allá- con la Sinfonía número 3, podrá demostrar su capacidad expresiva y sutileza con el soberbio Concierto para violoncello y orquesta de Dvorak (una de las joyas de la temporada, con Johannes Moser) y cerrará temporada con La consagración de la primavera, una obra de máximo interés pero que dista mucho, a estas alturas y con esta orquesta muy experimentada, de significar una cita especialmente arriesgada o moderna. Nielsen se hace cargo también de un programa de Navidad en el que la Suite de Cascanueces es una apuesta sobre seguro y una derrota en toda regla de la imaginación programadora, y de un prometedor encuentro con el jazz junto a la vocalista China Moses, en colaboración con “365 Jazz Bilbao”.
La cuesta de enero
El Cascanueces abre un ciclo de tres programas consecutivos que son todo un refrito: el mencionado de Navidad, una nueva cita con el barroco (con Las cuatro estaciones de Vivaldi: me he tenido que frotar los ojos varias veces) y el concierto de Carnaval, que casi es un programa de orquesta de bolo en gira por provincias, con el aliciente, sí, de la violinista Leticia Moreno. Podrá argumentarse que el público responderá, pero es que una orquesta como la BOS no puede aplicarse para que el público responda, sino para un público que ya sabe responder, porque disfruta de una sinfónica en su ciudad desde hace 93 años; ¿para quién programa la BOS? En esta cuesta, en fin, mejor echarse a la cuneta.
Otros programas
Carlos Miguel Prieto dirigirá un programa muy interesante, con La noche de los mayas de Silvestre Revueltas, el Danzón número 2 de Márquez y el Concierto para violín de Samuel Barber, con el regreso a Bilbao de un violinista que gustó en su anterior visita, Paul Huang. Es una feliz noticia que se hagan dos obras de Barber en la temporada, la mencionada y el Adagio para cuerdas. Es una noticia no tan feliz que se programen precisamente sus obras más conocidas, de nuevo en una perspectiva conservadora (de lo ya citado: el Adagio para cuerdas, quinta de Chaikovski, Las cuatro estaciones, Cascanueces…) y que parece no dirigirse a un público en concreto. Hay que preguntarse en qué grado ha participado o decidido Nielsen en esta programación, o bien en qué medida le ha venido dada.
Buena noticia la visita de Jordi Bernacer, con Shubhendra Rao tocando el sitar (Concierto nº 1 para sitar y orquesta de Ravi Shankar) y Cuadros de una exposición. Este programa es de los llamados a gustar sin necesidad de hacer concesiones.
Febrero quiere que la Sinfonía número 6 en La menor de Gustav Mahler rompa radicalmente con el “eclecticismo” de los tres programas (Navidad y sus dolorosas resacas) antes mencionados. Es una incógnita para mi el maestro Giancarlo Guerrero, pero dirige la orquesta de Nashville y esa es una garantía. Confío en que la Trágica se interprete con los movimientos en el orden de su estreno, Andante, Scherzo, y no en el orden más digerible de situar el Andante como remanso previo al Finale. A ver.
Es una noticia feliz la programación de la Sinfonía número 4 “Inextinguible” de Carl Nielsen, con dirección de Pablo González. A ver cómo anda el maestro, pero la cita es importante y complementa al ya mencionado Concierto para piano de Ravel con Chernichko.
Tras su decepcionante visita de la temporada 2014/2015 con la Sinfonía número 1 de Mahler, Yaron Traub vuelve para dirigir el número 2 de Rachmaninov con Zabaleta y la Sinfonía número 10 de Shostakovich. El programa es una prueba del algodón, y hay que esperar la mejor versión de Traub. Ojalá el israelí quiera y sepa estar en lo alto.
Hay otros elementos interesantes en la temporada, como la presencia de la soprano duranguesa Vanessa Goikoetxea y de la mezzo Tanja Ariane Baumgartner en el concierto de clausura, o sin duda la programación de Cámara, pero ya se irán viendo.
Por último, creo obligado felicitar a la BOS por el despliegue de piezas audiovisuales con el maestro Nielsen hablando de esta próxima temporada, disponibles en el perfil de facebook de la orquesta, entiendo que también en otros lugares. Cuando se dijo desde la BOS que se deseaba un maestro con perfil mediático, probablemente se deseaba alguien así. En este caso, pasar de golpe de cero a cien no es un error, sino un acierto, pues Nielsen ha tenido más y más elaborada presencia en un día de la BOS que el maestro Neuhold en toda una temporada -o más-. Ahora hay que ver si ese esfuerzo se mantiene en el tiempo, dejando de lado la pregunta: ¿y por qué con Neuhold no se hizo? Pero el pasado es pasado, y si no fuera por él tampoco existirían los nuevos tiempos. Sea bienvenida la nueva temporada, que se abre también de forma notable a directores que debutan con la orquesta. Que su debut sea propicio para todos.