Joseba Lopezortega /
Massimo Spadano es primer concertino de la Orquesta Sinfónica de Galicia y desde hace años, un concertino invitado habitual de la Sinfónica de Bilbao. Nació en Lanciano, una ciudad medieval en la región italiana de Abruzos, y se crió musicalmente con un grupo de músicos que siguen siendo, desde entonces, sus mejores amigos. El padre espiritual de aquella aventura musical era Octavio Michel Corona, un fraile mexicano que, bajo su modestia y amor para la música, escondía una más que sólida preparación: alumno de dirección de Karajan y Celibidache, diploma de composición “Cum Laude” en el Instituto Pontificio, alumno de órgano con Luigi Ferdinando Tagliavini y conocedor de la música electrónica en Darmstadt, asistiendo a los cursos de Bruno Maderna y Luigi Nono.
Pasados los años, el tiempo para el descanso de Spadano sigue siendo casi inexistente, pues se entrega plenamente a la música. En A Coruña, ciudad en la que vive, y en Lanciano, a la que se retira casi todos los veranos, intenta practicar vela, pero a causa de la música navegar le resulta una afición casi inalcanzable. “Dice un amigo mío que la vela es o para los ricos o para los jubilados, así que como el primer caso no es el mío, tendré que esperar a jubilarme”, nos dice.
Ahora Massimo Spadano está decidido a pisar el pedal del acelerador en la dirección orquestal, y en unos días será oficial su nominación como director musical de la orquesta “Academia 1750”, con la que visitó Bilbao en el pasado Bilbao Ars Sacrum.
Es usted el principal concertino de la Sinfónica de Galicia y ha sido uno de los concertinos invitados habituales de la Sinfónica de Bilbao en las últimas temporadas, ¿qué hace que una orquesta suene distinta a otra?
Quizá es difícil de entender, pero durante mis estudios de dirección he comprobado de forma palpable que cada director tiene su sonido, y que una misma orquesta puede tener un sonido diferente con distintos directores.
¿Tienen todas las orquestas su propio sonido?
Sí, eso sí. Cada sección de una orquesta tiene sus características, dependiendo mucho de sus solistas. Naturalmente en un grupo de oboes es el primer solista quien tiene la mayorías de solos, y es quien dicta una línea de sonido. Para la cuerda, lo característico quizás se refiere más a unos hábitos dictados por su solista acerca de articulaciones vibrato, legato… digamos que un concertino no puede homologar el sonido de treinta violinistas, pero sí hacer que todos remen en la misma dirección.
Una orquesta se eleva sobre sí misma con un buen maestro, ¿puede también precipitarse al vacío con uno malo?
[Ríe] Bueno… ese es el momento de la verdad. La madurez conseguida por una orquesta se demuestra con los malos directores, con los buenos se navega sin apenas esfuerzo.
Usted ha estudiado dirección orquestal, ¿le ayuda ese conocimiento en su labor como concertino? ¿Es precisa cierta complicidad entre maestro y concertino en beneficio de la interpretación?
Totalmente, y de hecho me siento aventajado respecto a muchos de mis colegas. Siempre digo que una orquesta está compuesta por un 70% de cuerda, y si ese 70% te sigue y entiende lo que pides, representa una buena ventaja, ¿no? Desde que empecé a dirigir he aprendido a valorar mucho más mi trabajo de concertino. Es fundamental para un director entrar desde el primer minuto de ensayo en sintonía con el concertino, de otro modo ensayo y conciertos serian días de sufrimiento para todos.
Tocar un día Bach y la semana siguiente “Till Eulenspiegel”, ¿le aporta una visión global de cómo ha evolucionado la música? En ese sentido, ¿cómo evoluciona actualmente, qué aportan los compositores en activo?
Si buscas tener una visión de todo un panorama, cuanto mas atrás te sitúas más detalles ves. Yo empecé de concertino en orquestas barrocas a los 13 años, y eso me ha permitido evolucionar a medida que caminaba a través de los siglos, de Corelli a Stockhausen, con el mismo grado de acercamiento y análisis. Como decía Horowitz, no hay crisis de instrumentistas sino de compositores, y de esa forma la medicina para que una orquesta se reencuentre consigo misma es tocar a los clásicos.
¿Cree que la música contemporánea está suficientemente presente en las programaciones de las orquestas en las que trabaja o le gustaría una mayor presencia?
Yo noto que en España se da bastante espacio en las programaciones a los compositores modernos, y sobre todo españoles. No quiero ser provocador, pero los que tienen la etiqueta de compositores “antiguos” no se encuentran admitidos dentro de la música llamada clásica.
La elección de un titular para Berlín ha puesto sobre la mesa que una orquesta puede y debe distinguir entre un gran maestro y un buen maestro titular, ¿qué opina de la elección de maestro por parte de los profesores? Es el procedimiento en Berlín, mientras que en otras orquestas el maestro viene nombrado sin escuchar a los músicos, ¿hay fórmulas intermedias?
Lo de Berlin quizás es un caso único, porque estamos hablando de una orquesta que a nivel estructural tiene poca o ninguna similitud con la gran mayoría de orquestas. El hecho es que al gerente se le acompaña a la puerta cuando los músicos se reúnen para tomar decisiones como nombrar a un director. Normalmente, en el caso de la Berliner se conoce bien los candidatos y no se suelen dar sorpresas, aunque también pueden producirse; del mismo modo, en el poder de los músicos está la decisión de saber cuándo se cansarán del titular.
Para los del planeta tierra en el medio está la virtud, es tarea del manager señalar uno u otro director, pero que la orquesta conozca con anterioridad y no de una sola semana. Le pongo unos ejemplos. Muchísimas veces sucede que llega un director que funciona, se produce una buena química, el resultado es un buen concierto y muchos músicos gritan: “Santo subito!”. Pues no, un momento, paciencia: hay que reflexionar con calma y trabajar con el mismo director en otros programas, es un proceso que se tiene que empezar años antes. Y sí, la opinión de los músicos en ese proceso debe valer al menos un 50%.
Centrándonos en su labor como violinista, ¿en qué repertorio se siente más cómodo? ¿Qué compositor le traslada de una manera especial, a dónde y en qué obras?
Deseo tocar sólo lo que me gusta y me hace sentir cómodo. Esa sensación me la producen de igual manera Bach, unos conciertos de Mozart o unos sextetos de Brahms o trabajos de Schoenberg, pero es el respetable público quien tiene que decir si se siente cómodo y disfruta al escucharme más en una cosa que otra. Yo pongo mi empeño y mi sudor en todo y me entrego a gozar.
La música barroca nació para pequeños espacios, ¿suena igual o puede apreciarse igual en espacios con miles de metros cúbicos y para más de 2.000 personas? Desde el punto de vista del intérprete, ¿cambia la forma de tocar en función del auditorio? ¿Tiene la música el mismo sentido?
El planteamiento de esa pregunta sirve también para la ópera de inicios del siglo XX, ¿cómo te puede conmover ver la muerte de Mimí desde 300 metros de distancia, si la puedes confundir con Schaunard o Rodolfo? Técnicamente, volviendo al setecientos, el gran error es que muchos músicos de cuerda no tocan instrumentos totalmente barrocos, es decir con barra armónica y alma distintas, sino que ponen cuerda de tripa sobre instrumentos modernos que tienen más capacidad sonora, pero no se mezclan bien con los vientos, que se siguen construyendo de acuerdo al concepto antiguo. Es verdad que en alguna sala muy buena se llega a escuchar de manera clara una orquesta con un sonido mas íntimo, pero estas salas son realmente pocas.
La Sinfónica de Galicia está desarrollando una labor sobresaliente a muchos niveles, por ejemplo en el empleo de las nuevas tecnologías, como los conciertos en streaming ¿qué aporta este tipo de iniciativa a la orquesta, además de visibilidad social? ¿Qué responsabilidad tiene la gerencia en ese momento dulce?
Hay que reconocer que la Sinfónica de Galicia ha estado a la vanguardia en varias cosas, la primera y principal llegar a un nivel artístico realmente alto, pero también en desarrollar actividades y proyectos como nuestro coro, el coro joven, el coro de niños, una joven orquesta de cuatro niveles de edad, proyectos sociales como llevar la música y la enseñanza a barrios marginados… Ahora trabajamos la retransmisión en streaming, y nos llegan felicitaciones de fans de Australia, Italia…
Los gerentes que han pasado por la Sinfónica de Galicia siempre han ido aportando cosas sin quitar las que funcionaban, y ese mecanismo nos ha permitido desprendernos de cosas inútiles y afinar en la búsqueda de herramientas que mejoren las condiciones para los músicos y el público. Es una gran satisfacción para cualquier músico de la OSG sentirse mimado por la ciudadanía coruñesa dentro y fuera del auditorio, aunque eso también pasa en Bilbao.
Dima Slobodeniouk, el director titular de la OSG, está desarrollando una labor muy destacable y en términos generales, muy alabada, ¿cuáles son sus principales valores?
Dima ha sido una apuesta, por cierto ganadora, de Andrés Lacasa [gerente de la OSG] . Es un director de una sólida preparación técnica y musical, un virtuoso de la batuta con grandes calidades humanas. Por esto está haciendo una gran carrera.
¿Cree que la carrera musical es atractiva hoy en día? ¿No le parece terriblemente competitiva y dura?
Que los niños estudien música tiene que ser tan cotidiano y debe estar tan asumido como que estudien matemáticas o geografía. Los griegos, que no eran precisamente unos recién llegados, ponían filosofía y música en el mismo plano de la formación humanística, sin que la música distrajera del estudio de la filosofía.
¿Por qué el barroco resulta tan atractivo para tanto público? ¿Qué valores ofrece la música a una sociedad que quizá necesita valores?
El nuevo aire que alguien llama, no se por qué, ejecución filológica, le ha devuelto vida al barroco. Por otro lado, en la ejecución de la música que va de Beethoven a Berg se ha perdido una cierta calidad y requisitos que la revaloricen como el propio sonido o el legato y eso el público lo nota.
Usted ha manifestado su aversión hacia el tratamiento que Berlusconi daba a las Artes, y en este contexto sobresalen las ya famosas palabras de Muti sobre la necesidad de defender la cultura en una velada en la que Berlusconi estaba en el teatro, ¿cree que la música debe jugar un papel moral, además de cultural? Ustedes los italianos hacían palanca contra Austria con la música de Verdi.
Si hoy cuando millares de personas se manifiestan los políticos no hacen caso, imagine con el V.E.R.D.I [el grito Vittorio Emmanuele Re D’Italia, proferido contra los austríacos] La música desde siempre ha tenido su función y muchas veces ha sido manipulada por otros, como en el caso de Verdi, porque la música era un medio que movía masas. Hoy las masas las mueven internet o la televisión, pero también estos medios son controlados por la política. De todos modos, hay una pequeña esperanza y estamos empezando a ver algo.
Para finalizar, propónganos un menú: díganos un programa que se ajuste a sus preferencias como violinista y otro, si no es el mismo, como director.
Un recital para violín y piano y sobre el atril Mozart, Schubert, Beethoven, Brahms; y si dejamos el violín y cogemos una batuta, en el atril siguen los mismos compositores, pero quizás añadiendo un Verdi.