El próximo mes de mayo dirigirá la ópera de cámara “Powder her face” de Thomas Adés en el Teatro Arriaga
Debutó como director con la Sinfónica de Bilbao en 2009
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El joven director de orquesta nacido en Amurrio Diego Martín Etxebarria, de 37 años, vinculado con las orquestas vascas, con ABAO-OLBE y con numerosas formaciones musicales internacionales, se acaba de proclamar vencedor de la decimoséptima edición del concurso internacional de directores de orquesta de Tokyo, que se celebra en la capital japonesa cada tres años. Salvo error, es el tercer director no japonés que gana el concurso desde que se iniciara, en 1967. Es un concurso exigente, en el que no es infrecuente que la primera plaza quede desierta.
El premio, además de una importante dotación económica, le pondrá pronto al frente de la sinfónicas de Osaka, Nagoya y Yomiuri.
Este próximo 22 de octubre está anunciado en el Kursaal donostiarra para dirigir a la Sinfonica de Euskadi en el homenaje a Tomás Aragües con motivo de su 80º cumpleaños, un concierto en el que además intervendrán el Orfeón Donostiarra, Andra Mari Abesbatza y el Coro Easo.
Esta es la biografia que puede leerse en su página web:
“Comenzó sus estudios musicales en los Conservatorios de Amurrio y Vitoria y se graduó en Dirección de orquesta en la Escola Superior de Música de Catalunya. Becado por la Fundación Humboldt, La Caixa-DAAD y la AIE ha cursado estudios de postgrado en dirección de ópera en las Hochschulen de Weimar y Dresden así como en la Academia Chigiana de Siena. Otros maestros relevantes en su formación han sido David Zinman, Jesús López Cobos, Bruno Aprea o Lutz Köhler.
Ha trabajado como director asistente en la JONDE, la ópera de Bilbao (ABAO) con Riccardo Frizza y Donato Renzetti, en el Teatro Real de Madrid y en el Stadttheater Bern, en ambos casos con Titus Engel y en la Semperoper de Dresden, de nuevo con Riccardo Frizza.
Director musical de la Euskadiko Ikasleen Orkestra del País Vasco en 2007 y 2008 y de la Akademisches Orchester Freiburg entre 2010 y 2012, ha sido invitado por numerosas orquestas como la Orquesta Sinfónica de Bilbao, la Orquesta Sinfónica de Euskadi, la Orquesta Sinfónica de Galicia, la Orquesta Sinfónica de Tenerife, la Orquesta Ciudad de Granada, la Erzgebirgische Philharmonie Aue, la Vogtland Philharmonie, el Ensemble der Sächsischen Gesellschaft für Neue Musik, la Camerata Variabile de Basilea,…
En el campo de la ópera ha dirigido Don Pasquale de Donizetti en el Centro Cultural de Terrassa, La flauta mágica de Mozart en la Kleines Haus de Dresden, Rita de Donizetti en el Volksbühne de Berlín, L’elisir d’amore en los Auditorios de Vigo, Ourense y Pontevedra, La Bohème de Puccini en el Teatro de la Ópera de Augsburg, Die Verwandlung y Die Blinden de Paul-Heinz Dittrich en la Staatsoper de Berlín,…
En el ámbito discográfico ha grabado el CD “Intimitats” con música del compositor Marc Timón, dirigiendo la Cobla Sant Jordi y el DVD “Sinfokids 2″ al frente de la Orquesta Sinfónica de Euskadi.”
Este es un extracto de la entrevista que Susana Gaviña publicó en marzo de 2014 en el diario ABC:
(…)
Vocación de director de orquesta
Desde muy pequeño tuvo claro que quería ser director de orquesta. Con esa idea llegó, con apenas 10 años, a la escuela de música de su pueblo, «de 9.000 habitantes. Todos se rieron», recuerda el músico vasco, que confiesa su inmensa admiración por directores como Carlos Kleiber. «Lo que más me gustaba de él es que no estaba obsesionado con los brazos, algo que sucede hoy. Era una persona con las ideas musicales muy claras y los brazos las seguían». Fanático de ver vídeos de grandes directores, además de seguirlos en algunos ensayos, destaca que siempre le ha llamado la atención su silencio. «Abbado tenía una técnica extraordinaria con las manos. Era capaz de decirlo todo sin hablar».
Martín Etxebarría, que no procede de una familia de músicos, tenía 13 años cuando vio su primer concierto en vivo, antes los siguió a través de la televisión. «Y me parecieron un espectáculo alucinante. Un montón de gente sobre un escenario… y ver cómo sonoban». Su primer gran contacto en directo, «después de ver la banda de mi pueblo», matiza, fue con la Sinfónica de Bilbao. «que recuerdo interpretó la ‘Pastoral’ de Beethoven».
Amigo y compañero de David Afkham
En una cafetería de Madrid, el músico vasco va desbrozando las razones que han encaminado sus pasos hacia Berlín, hoy por hoy la meca (ante los era Viena) de cualquier director. Confiesa que lo que más le atrae de coger la batuta es organizar a mucha gente, de ahí su pasión por la ópera. «También me gusta el foso porque pasas desapercibido». En ese punto, en el que la música es la principal protagonista, confluye con otro joven director, el nuevo titular de la ONE, David Afkham, con el que compartió aula en Weimar. «Somos buenos amigos», afirma. Y recuerda aquel primer día de prácticas: «Él fue el primero en dirigir –la ‘Tercera’ de Brahms– y pensé ‘qué bien he hecho en venir a Alemania, qué nivelazo’, pero, claro, no eran todos así. Era él».
«Tengo el ego imprescindible para estar delante de tanta gente»
Resulta paradójico esa ausencia de protagonismo en la figura de un director de orquesta, una actividad que conlleva buenas dosis de carisma, pero también de vanidad. «Tengo el ego imprescindible para estar delante de tanta gente –reconoce–. Lo que me gusta es sentir que mi presencia facilita que el espectáculo funcione».
Después de estudiar tres años en Barcelona, Martín Etxebarría decidió marcharse a Alemania para ampliar su formación (Weimar y Dresde) pues en España «los estudios de dirección todavía no están normalizados. Allí en Alemania, desde hace muchos años, los conservatorios tienen convenios con orquestas de alrededor, lo que te permite practicar. Y al final un director necesita tener contacto con el instrumento». Y esto se complica aún más si hablamos de ópera. «No hay recursos todavía en España para cubrir esto».
Algo que decir
Principal director invitado de la Orquestra Filharmònica de Cambra de Catalunya y del Ensemble der Sächsischen Gesellschaft für Neue Musik en Dresde, con 35 años ya no se puede subir al tren de los jovencísimos directores de orquesta que en los últimos años se han convertido en una moda, «y al final todo es un mercado», matiza Martín Etxebarría. «Hoy es normal que la gente empiece a estudiar dirección a los quince años. Sin embargo, para mí es importante haber desarrollado antes una carrera como instrumentista, porque si empiezas antes a dirigir ¿qué tienes en la cabeza?», reflexiona el director vasco, que considera que la enseñanza de la dirección de orquesta «está degenerando cada vez más, y solo se preocupa de los que haces con los brazos, y no tanto de qué es lo que vas a decir».
A pesar de su debut como director en 2009, con la Sinfónica de Bilbao, y su trabajo continuado con otras orquestas, nunca ha perseguido obtener un reflejo mediático de su trabajo, que ahora sí ha conseguido con su presentación en la Staatsoper de Berlín (que por las obras de rehabilitación que se están realizando en ella, desarrolla la temporada en el Teatro Schiller). «Estoy muy contento de cómo he hecho mi carrera, porque he funcionado exclusivamente por la recomendación de un gerente a otro porque ha gustado mi trabajo». También es consciente que «si el público no me conoce es muy difícil que pueda evolucionar mi carrera. Al final a un director se le contrata porque es un buen director, pero también porque vende entradas».
1 comentario
Es fantástico que la perseverancia y la fe de una persona en su profesión, consiga que este llegue a un nivel que para la mayoría puede parecer inalcanzable.