DEIA: “Ella es la locura”
Asier Vallejo Ugarte /
Raquel Andueza & La Galanía. “Yo soy la locura 2”. Raquel Andueza, soprano. Alessandro Tampieri: violín; David Mayoral: percusión; Manuel Vilas: arpa de dos órdenes ; Pierre Pitzl: guitarra barroca ; Jesús Fernández: tiorba.
Durante los siglos de Oro, tan florecientes en la arquitectura, la pintura y la literatura, los compositores españoles tomaron caminos diferentes a los de sus contemporáneos en otras zonas de Europa. Entre otras importantes innovaciones, en el campo de la música vocal profana se desarrolló un nuevo romance que se alimentaba de un intenso contacto con la poesía popular y que estaba pensado, muy a menudo, para ser cantado por una voz solista con acompañamiento de guitarra. Muchos de esos romances se han conservado en cancioneros de la época y no se han comenzado a desempolvar hasta tiempos recientes.
Para su recital en el Arriaga, Raquel Andueza se presentó con el contenido de su último disco, Yo soy la locura 2, compuesto esencialmente por piezas del siglo XVII en las que se manifiesta la atracción de los escritores y los músicos de entonces hacia las pasiones del alma o la locura de amar. Andueza pensó que un día llegaría a ser cantante pop, pero la música antigua se cruzó en su camino y en pocos años se ha hecho un sitio entre sus cantantes más destacadas gracias a una voz clara, fresca y de condición muy lírica, que se ve respaldada por un timbre puro, una emisión sana y una dicción de máxima limpieza. Al no tratar oscurecerla o ensancharla de manera artificial, pues el repertorio no lo demanda, el canto brota siempre con una naturalidad perfectamente alineada con el contenido y el sentido de cada una de las piezas, también de las más picantes o intensamente sensuales, como la zarabanda (una danza popular frecuentemente censurada por los moralistas de la época) del catálogo, suerte de antecedente de la dapontiana lista de las conquistas de Don Juan. En la orilla opuesta, Andueza capturó el tono lamentoso de Crédito es mi decoro de Juan Hidalgo, partitura salpicada de apoyaturas, cromatismos y disonancias que dan prueba de la infiltración en ella del estilo italiano. No era la primera vez que la soprano cantaba en Bilbao, pero nunca antes lo había hecho junto a La Galanía, cuyos cinco miembros refrendaron las buenas sensaciones mostradas en sus discos a base de color, delicadeza, vigor rítmico, variedad expresiva y ráfagas de un virtuosismo colmado de fantasía y vitalidad.