Nora Franco Madariaga /
Bilbao, 27/11/2015. Euskalduna Jauregia. 64 Temporada de Ópera de ABAO-OLBE. Roberto Devereux de Gaetano Donizetti. Libreto de Salvatore Cammarano basado en Le comte d’Essex, tragedie de Thomas Corneille, Histoire secrète des amours d’Élisabeth et du comte d’Essex, tirée de l’Anglois des Mémoires d’un homme de qualité de Jacques Lescène Desmaisons, Élisabeth d’Anglaterre, pièce de Jacques-François Ancelot, y el libreto de Felice Romani para Il conte di Essex de Saverio Mercadante. Estreno: San Carlo de Nápoles, 1837.
Roberto Devereux – Gregory Kunde; Elisabetta, Reina de Inglaterra – Anna Pirozzi; Sara, Duquesa de Nottingham – Silvia Tro Santafé; Duque de Nottingham – Alessandro Luongo; Lord Cecil – Eduardo Ituarte; Gualterio Raleigh – Javier Galán; Un Paggio/Un familiare di Nottingham – Gexan Etxabe; Euskadiko Orkestra Sinfonikoa; Coro de Ópera de Bilbao; Dirección musical – Josep Caballé-Domenech; Dirección de escena – Mario Pontiggia; Dirección de coro – Boris Dujin; Escenografía y vestuario – Mario Pontiggia; Iluminación – Santiago Mañasco; Asistente dirección musical – Asier Eguskitza Martínez; Asistente dirección escena – Raúl Vázquez; Asistente de vestuario – Claudio Martín; Maestro repetidor – Miguel N’Dong; Producción – Ópera de Las Palmas-ACO.
Donizetti dijo de esta ópera que para él sería la ópera de sus emociones. Y nunca sabremos hasta qué punto fueron las suyas o las de los personajes, pero sin duda esta obra está llena de emociones, de hondos sentimientos que convierten a los protagonistas en personas tridimensionales, dotándoles de profundidad, trasfondo y realidad por mucho que, una vez más, no sea más que una historia novelada alejada de los hechos reales.
Este segundo título de la temporada ABAO-OLBE tenía una difícil posición después del Don Carlos, pero no ha desmerecido en absoluto, demostrando que la ópera puede aunar lo mejor del teatro y la música, con el Donizetti más maduro, más profundo y más humano insuflando vida a los personajes una trama palaciega que, lejos de contar una insulsa historia de amores enredados, complica pasiones y política, deseos y deberes, traición y lealtad.
Mario Pontiggia, muy consciente de la complejidad psicológica y musical de esta obra, de la profundidad dramática de los personajes, muy inteligentemente no carga la escena, sino todo lo contrario: con unos decorados casi de cartón-piedra, nos hace recordar otras épocas donde la ópera no vivía supeditada a la escenografía, dejando que el espectador disfrute del regalo y no se deslumbre con el envoltorio.
En cuanto a lo musical, se trata de una partitura de una madurez asombrosa, en la que recitativos, cavatinas, cabalettas y ariosos se suceden y confunden, creando complejas escenas, muy exigentes y tremendamente intensas. Esta densidad musical queda clara desde el primer momento con una sinfonía (que no obertura) que comienza con un guiño al Dios salve a la Reina; un papel orquestal extenso y bien desarrollado que la Orquesta de Euskadi defendió a la perfección, con gran solidez y empaste, al igual que toda la obra, bajo la dirección del amanerado y algo exagerado pero efectivo gesto de Caballé-Domenech.
Respecto a los solistas, es aquí donde encontramos más desigualdades. Alessandro Luongo presenta una voz muy adecuada al papel del Duque de Nottingham, escrita para un barítono ligero. Se echa de menos un poco más de color en los graves y algo de volumen, pero derrocha belcanto. Muy agradable sorpresa Silvia Tro Santafé, que recibió una buena ovación. Demostró un gran dominio tanto vocal como psicológico del rol de Sara, con una voz franca, de gran belleza y línea, aunque la partitura no le deja lucir una deliciosa tesitura grave que apenas pudimos entrever. Fabuloso el dúo entre ambos al comienzo del tercer acto. Una gran demostración no sólo vocal sino teatral que lleva al público a través del miedo, la desesperación, la culpabilidad, el amor, la pasión, la venganza, la decepción, la rabia y la amargura, poniendo de relieve la maestría de la música de Donizetti.
Sin embargo, Kunde no convence. Con una voz que se mueve entre diferentes colores, colocándose (y descolocándose) en diferentes timbres, no da unidad ni al canto ni al personaje. El tenor estadounidense posee sin duda un gran instumento pero, tal vez por haberse dedicado últimamente a papeles que requieren otra vocalidad, ha perdido la belleza del belcanto, como un traje que, después de mucho tiempo sin usar, ya no sienta bien. Indiscutibles su poderío vocal y su amplia experiencia (que demuestra especialmente en la escena de la Torre de Londres) y que salvan el papel, pero el conjunto resultó muy desigual.
Anna Pirozzi, verdadera protagonista en el rol de Reina de Inglaterra, comenzó con un primer acto decepcionante, con agudos estridentes y una actuación plana, pero supo reponerse, sobre todo tras el descanso, regalándonos un tercer acto que compensa cualquier sonido destemplado que hubiera podido tener hasta ese momento. Con unos pianos exquisitos y una expresividad abrumadora, recrea maravillosamente el declive la reina, contrastando enormemente con el crecimiento de su actuación a lo largo de la ópera.
Hay que mencionar en este punto el vestuario de Mario Pontiggia, de época, que si bien había resultado simplemente correcto, en la Scena e Aria Finale de Elisabetta la muestra con un regio vestido blanco que podría representar a un tiempo un traje de novia y una mortaja, ayudando a transmitir toda la carga psicológica y dramática de este momento y contrastando con la oscuridad que transmiten tanto música como personajes durante toda la obra, sobre todo en este ocaso de una reina.
Muy bien Eduardo Ituarte, Javier Galán y Gexan Etxabe en sus breves apariciones, con voces vibrantes y frescas. El Coro de Ópera correcto, pero ni la partitura le ofrecía un gran lucimiento ni ha estado a la altura del Don Carlos.
Un bellísimo Donizetti que, a pesar de su oscuridad, nos ha dejado con ganas de más.
2 comentarios
Hola acabo de leer el articulo sobre Viaje de invierno y me ha emocionado casi tanto como si hubiera asistido al concierto. Yo he escrito un articulo en recuerdo de José Ferrero que se ha publicado en algunos medios, si quereis os lo envio y lo podeis publicar en vuestra revista
Hola Luis,
Gracias por tu comentario. El texto de Nora Franco es francamente hermoso y sentido, como todo lo relativo a tan prematura muerte. Una persona realmente querida.
Si nos envías el link a algún medio para poder poner tu artículo en nuestras redes sociales lo difundiremos encantados.