Pablo Cepeda /
Un encuentro entre profesionales del medio musical con la intención de que el público conozca de primera mano qué hay detrás de un programa de música y cuál es el proceso de creación, interpretación, programación, divulgación y crítica de un concierto. Con este fin, los responsables de Musika-Música han programado esta mesa redonda celebrada ayer 3 de Marzo en la Sala Barria del Euskalduna.
En el orden habitual del proceso por el que pasan obras musicales, la moderadora Leire Zorrozua ha ido presentando a los participantes en la mesa redonda, y en este mismo orden han ido desarrollando unas breves intervenciones que pasamos a resumir.
Isabel Urrutia, compositora, ha relatado sus primeras experiencias de aproximación al fenómeno musical en la infancia, tanto musicales como de experimentación sonora. Hablando ya de su experiencia creativa, aunque en el imaginario colectivo se halle muy presente el ideal romántico de la inspiración, en su experiencia diaria se trata de un trabajo más constante, partiendo de diferentes elementos (en ocasiones del folklore o las sonoridades tradicionales vascas). Considerando el papel del intérprete y del oyente destacó la existencia en nuestro tiempo de muy diferentes códigos presentes en el lenguaje musical, atendiendo a las particulariedades de cada compositor, frente a lo sucedido en épocas anteriores.
El violinista Andoni Mercero ha presentado la singularidad del trabajo musical en relación a otras actividades artísticas: el material se compone de sonido y tiempo y es por tanto intangible. De ahí la presencia de términos relativos al color, la densidad, la dirección la perspectiva al hablar de música, especialmente con alumnos. Consecuencia de todo lo expuesto es la responsabilidad máxima tanto en el proceso de descifrado de la partitura, como en el papel de puente hacia el oyente.
Borja Pujol desde su posición como gestor y programador ha destacado la relevancia del festival Musika-Música dentro del panorama de las orquestas en España. Las cinco orquestas (Bilbao, Euskadi, Asturias, Granada y Galicia) presentes en esta edición suponen el 25% de las orquestas asociadas en la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas, sumando un total de 400 profesores de orquesta. En el caso de la BOS, se ha contratado a 31 extras por la necesidad de plantillas amplias, como en el caso de la Sinfonía Alpina de Richard Strauss, que contará con 106 músicos en el escenario.
Mercedes Albaina en su calidad de divulgadora ha destacado la importancia del público. En los últimos años ha ido en aumento la presencia del ocio formativo musical y las actividades didácticas complementarias dentro de la programación de las orquestas y demás instituciones musicales. Con ellas se persigue el paso de oyentes a escuchantes, mediante el paso desde los niveles meramente perceptivos, al afectivo (o de reconocimiento) y por último al analítico. Destaca la presencia de Bilbao en el grupo de ciudades que más destacan en este campo.
Por último Asier Vallejo, conectó el papel del crítico como parte final del proceso musical con la nómina de compositores de esta edición del Musika-Música. Entre Schubert, Mendelssohn , Wagner y R. Strauss nos encontramos como puente a Schumann, quien tuvo un notable papel como crítico musical merced a una amplia formación, que abarcaba no solo lo musical, en una época, el XIX, en que los conciertos públicos vivieron un gran desarrollo. Asier Vallejo destacó que la función de informar y formar opinión del crítico no puede evitar partir de la contradicción que supone el ideal de una crítica despojada de subjetivismo. Para concluir citó la problemática actual de la existencia de muchos medios, especialmente digitales, en los que se las opiniones se vierten fácilmente por parte de lectores, haciendo más necesaria que nunca la formación del público para interpretarlas adecuadamente.
Dentro del turno de preguntas se habló del reciente concierto de Lang Lang, y de las diferentes impresiones que suscitó entre los asistentes y de las espectativas previas. También se habló del papel de la rutina y del ritmo de trabajo en giras como la mencionada y de distintas maneras de concebir el piano, algunas de ellas alejadas del rigor historicista. Vallejo defendió el valor del precioso paisaje que llenó el Euskalduna, con un público atípico y heterogéneo.
Otra cuestión fue la del equilibrio entre las obras más conocidas y los posibles descubrimientos dentro de la programación del Musika-Música. Pujol explicó que el punto de partida de la programación son las obras enblemáticas, aunque la programación de integrales (como la de las sonatas de Beethoven en su día, o de Schubert en esta edición) sea un valor propio del festival. Para Vallejo es positivo que haya tanto público que descubre por primera vez las grandes obras del repertorio como gente conocedora que acude a los conciertos más minoritarios.