Joseba Lopezortega /
Hasta su nombramiento hoy como director titular de la Sinfónica de Euskadi, Robert Trevino ha dirigido a la orquesta en dos programas de una naturaleza completamente diferente. En el primero, en el pasado mes de marzo, el joven maestro dirigió con una clase realmente llamativa la Séptima de Bruckner. El Adagio fue simplemente extraordinario, y recuerdo que al término del concierto algunos comentábamos que era un maestro con un potencial enorme. En el segundo concierto, hace escasas semanas, Trevino dirigía a la OSE en un programa pensado a todos los efectos para un espacio abierto y un público heterogéneo. Fue en la Alhóndiga bilbaína, en el seno del “BBK Museo Hiria/Ciudad Museo” y dirigió Preludio a la siesta de un fauno, Cuadros de una exposición y tres propinas de Guridi, Dvorak y Falla. El resultado fue, de nuevo, muy interesante, y que el maestro acudiera a una cita de esas características ya apuntaba en la dirección que su nombramiento oficial ha venido a corroborar.
Con precisión de reloj, la Sinfónica de Euskadi ha oficializado su responsabilidad exactamente dos años después del nombramiento de Jun Märkl como actual titular (cuando acabe la temporada en curso habrán sido tres temporadas). Creo que Märkl ha sido en términos generales un buen maestro, obviando los meses inmediatamente anteriores a este último verano, pero su paso por la OSE ha sido corto. Resulta pertinente recordar que, cuando fue nombrado, Märkl hablaba de la necesidad de construir un “sonido propio” para la OSE. Es evidente que ese interés, por lo demás un tanto tópico y etéreo, no se ha podido materializar, y por tanto es deseable que Trevino sí desarrolle un trabajo más amplio y con otros plazos con el complejo instrumento que ahora tiene en sus manos.
La titularidad de Trevino es una buena noticia para la Sinfónica de Euskadi, que quizá pueda desempeñarse para liberarse de cierta tradicional impronta francesa en la que redundaba Märkl. Aquella Séptima de Bruckner fue una promesa de grandes citas futuras, y su posterior desempeño en el concierto abierto de la Alhóndiga sugiere que es un maestro sólido en situaciones casi contrapuestas y que logrará contactar con audiencias dispares. La carrera que el maestro estadounidense está desarrollando con algunas importantes orquestas de todo el mundo no sorprende cuando se le ha escuchado dirigir en directo, y si como titular resulta la mitad de interesante y capaz que como invitado, y si la OSE es capaz de resultarle atractiva cuando previsiblemente su proyección internacional sea todavía más importante, su titularidad en la OSE marcará época.
Así sea, pues para lo bueno y también con los riesgos que ello conlleva, Trevino es un talento indudable y de gran potencial. Zorionak Euskadiko Orkestra, ongi etorri Maestro.