Mundoclasico: entrevista a Iñigo Alberdi
/ Joseba Lopezortega /
La Sociedad Coral de Bilbao celebró recientemente su 130º aniversario con un concierto conmemorativo y en un contexto de renovación, marcada por la llegada a la entidad antes del verano de un nuevo gerente, Iñigo Alberdi, y un nuevo director musical, Enrique Azurza.
Antes de asumir esta nueva responsabilidad, el abogado y músico nacido en Soraluze Iñigo Alberdi había sido el cuarto director general en la historia de la Sinfónica de Euskadi. Ahora tiene ante sí el apasionante reto de impulsar hacia delante un gran legado.
Cumplir 130 años es maravilloso y merece la más calurosa felicitación. Ante todo la Coral tiene razones para sentirse orgullosa.
Sin duda. Es el resultado de la voluntad de muchísimas personas que lo hacen y lo han hecho posible. Es increíble que durante estos 130 años la actividad de la Coral de Bilbao se haya mantenido de manera ininterrumpida, con etapas más brillantes y otras menos, como los difíciles años de guerra y posguerra… Esa riqueza responde a un entorno y una sociedad muy concreta, que es la ciudad de Bilbao. Además de todos los miembros de la Coral de Bilbao, es la propia ciudad la que ha de congratularse por este hecho.
La Sociedad Coral surgió en una época adecuada en la que los coros estaban de moda, en Bilbao en aquellas décadas proliferaban. ¿Qué papel juega hoy una Coral, qué hace de cantar algo atractivo, existiendo tantas alternativas para el tiempo libre?
Una coral es uno de los máximos exponentes de la riqueza cultural de una comunidad. Esto es algo abstracto y quizás poco tangible, siendo cierto. Cantar en un coro te aporta momentos hermosos, trascendentes, un entorno de relaciones y un espacio para el propio disfrute. Se basa en la generosidad de sus miembros que dedican su tiempo al coro, y esto desde luego no es fácil. Las posibilidades para ese tiempo libre son muchísimas, cada vez más, lo que supone un gran reto para nosotros. Cantar en un coro engancha, -yo he cantado en coros, incluida la Coral, durante muchísimos años-, y la sensación de ser parte insustituible de un todo sonoro y musical es emoción en estado puro, un momento trascendente en el que el poder de la música da sentido al esfuerzo que conlleva ser parte de una agrupación coral.
La Coral fue una gran dinamizadora de la producción musical de la época, con encargos a compositores, etc., ¿no es excepcional, incluso insólito, que la historia de una masa coral esté tan implicada en la creación musical?
Es algo que nos distingue, sin duda, y que es una de las “marcas de la casa”. La lista es imponente y cada vez que la leemos he de confesar que nos interpela con fuerza. Es algo que debemos de recuperar y potenciar. Somos parte de un ecosistema musical y estar atentos a la creación, y ser parte activa en la misma, debe ser una de nuestra señas de identidad también a futuro.
¿Qué papel juega la Coral hoy en día al respecto? ¿Tiene músculo para sembrar entre los compositores actuales?
Nuestro propósito es volver a ser activos en este campo, y estamos en ello. Este último año, al hilo del 130 aniversario, hemos estrenado recientemente la obra sinfónico-coral “Kantatu, landu, ikasi”, con letra de Unai Elorriaga y música de Fernando Velázquez junto a la Sinfónica de Bilbao, y en los siguientes meses estrenaremos otra obra a capella, un encargo que hemos realizado a Jesús Eguiguren. También estamos en contacto con Luis de Pablo para realizar un encargo. Ideas no faltan, y los medios hay que buscarlos.
¿Es cierto que el País Vasco es una potencia coral o se trata de una creencia, quizá heredada de un pasado mejor?
Es una comunidad con mucha tradición y arraigo, y sí, comparando con otros lugares tanto el número como la calidad de los coros es superior. Los coros federados en BAE (Bizkaiko Abesbatzen Elkartea) y EAE (Confederación de Coros del País Vasco) arrojan cifras evidentes. El pasado fue más numeroso, para todos, cantaba más gente, aunque los niveles de conocimientos musicales fuesen más desiguales. Las múltiples posibilidades de ocio hacen que el público potencial se disperse más y cueste mantener viva la actividad de un coro, pero con todo, aquí hay arraigo y relevo.
Entiendo que una de sus principales preocupaciones será velar porque exista un suficiente relevo generacional en la Coral, pero ¿es posible mantener la actividad de un coro a un alto nivel en términos de amateurismo?
Sí, estoy convencido. En un medio en el que todo se profesionaliza nuestro reto es ofrecer la máxima calidad desde el amor a la música. Ese es el sentido del amateur, que creo encaja totalmente con lo que de verdad hay en la música. Mimar al cantor y atraer nuevas voces tiene que ser nuestro objetivo. Musicalmente un coro amateur ofrece siempre todo lo que tiene, arriesga más, en cambio uno profesional mide más los riesgos y quizás mide su propia implicación con la música. Ambos niveles conviven y son necesarios, y lo que ofrecen no es exactamente lo mismo.
¿Qué fortalezas posee la Coral para desenvolverse en un entorno en el que cantar sí puede verse remunerado? Parece una competencia desigual.
Es algo muy propio de Bilbao, que no se repite en ninguna ciudad de nuestro entorno. Propio de una ciudad grande, con instituciones con una gran programación. Creo que ambas realidades no se excluyen. El canto sinfónico coral tiene sus grandes alicientes, y el canto en un coro de escena también los tiene. Los regímenes de ensayo y la dedicación no son los mismos. La realidad es que la casa común de la que ha surgido la actividad y el germen coral es la Coral de Bilbao de manera principal y luego en cada persona y en virtud de sus gustos, dedicación y tiempo se decanta más por una o por otra. Creo que nuestro futuro pasa por confluir y colaborar con todas esas opciones. No son compartimentos estancos.
Parece clave para la Coral formar parte del presente cultural y musical de Bilbao, y para ello resulta crucial trabajar la comunicación. Evalúe por favor cómo la Coral se hace presente en su entorno social y cultural inmediato, y qué retos se plantea para mejorar la visibilidad de la entidad.
Siempre he pensado, tanto en mi etapa en la Orquesta de Euskadi como ahora en la Coral de Bilbao, que en una institución musical es tan importante la calidad musical como la imagen que la gente tenga de ti. La Coral es conocida, sí, pero tenemos que trabajar para que lo sea mucho más. Nuestra historia es un precioso regalo que hemos recibido, ahora nos toca ganarnos nuestro futuro, depende de nosotros. Tenemos que generar ideas y proyectos que complementen los que ya existen y comunicarlos de manera proactiva. Tenemos que ser activos y que se nos perciba como tales en el campo de la actividad artística, en el campo del centro de enseñanza…El reto principal es aumentar esa presencia y conocimiento, con nuevos proyectos y visibilidad en todos los canales.
Enrique Azurza es director artístico de la Coral desde abril de 2016, desde luego es pronto para evaluar su trabajo, pero no para contarnos cuáles son sus sensaciones.
Tengo muy buenas sensaciones. Igual que un director de orquesta normalmente empieza a trabajar con una orquesta el repertorio clásico y fundamental, Enrique Azurza está incidiendo mucho en los aspectos más básicos que nunca es suficiente incidir: afinación, empaste, versatilidad y musicalidad. Asimismo, está ampliando el repertorio a capella tanto como el sinfónico-coral Su manera de trabajar complementa la gran labor de su predecesor Julio Gergely. Enrique está realizando un esfuerzo especial en coordinar y estar presente en los ensayos y actividades de los otros dos coros de la casa, Coro Euskeria, que dirige Urko Sangroniz, y el Coro del Conservatorio con José Luis Ormazábal al frente. Tenemos un gran equipo en manos de grandes profesionales.
Si a la llegada de Azurza se suma su propia llegada, también muy reciente –y con un verano de por medio-, se desprende que estamos ante una renovación profunda de la Coral, ¿cuándo van a percibirse los primeros frutos de esa renovación?
Una institución con una historia tan dilatada tiene sus propios “tempi”, que son pausados y firmes. Todas las personas que somos parte del proyecto, desde hace más o menos tiempo, debemos aportar para que la Coral mejore. Humildemente creo que la renovación se está produciendo en diferentes campos… Desde mi punto de vista, ya hay signos de una mejora y una evolución en las prestaciones de la Coral y una proactividad en la generación de nuevos proyectos.
¿Por qué en la web de la Coral se puede leer que ser socio significa que “te sientes orgulloso de ejercer el bilbainísmo”? ¿Es ese un reclamo válido y vigente en 2016? Como anécdota, tanto Enrique Azurza como Vd. son guipuzcoanos. ¿No cree que la territorialidad es un lastre para la música en el País Vasco?
La pregunta es muy pertinente. Desde luego no es el enunciado más atractivo ni actual para sumarse a la Coral. La territorialidad o el territorialismo, algo tan futbolístico, me parece un lastre en cualquier campo. En cuanto a la música creo que es algo que ocupa más desde fuera que desde dentro, y más en el ámbito sinfónico que en el coral, debido a la historia y sus visiones. La Coral desde luego tiene una larga tradición de apertura y diversidad.
Las relaciones internas en un colectivo tan numeroso y singular como un gran coro deben ser complejas, ¿ve en buen estado esas relaciones con los y las coralistas?
Todo colectivo es complejo, y un coro lo es. En nuestro caso la relación dentro del colectivo es muy buena. En el último concierto en el Euskalduna, el del 130 aniversario, el coro mixto y el coro Euskeria han actuado juntos y se ha visto que también hay muy buena sintonía entre los miembros de uno y otro coro. Tal y cómo comentaba anteriormente, una de nuestras máximas es la de cuidar a los coralistas y su dedicación a la Coral.
¿Qué aporta y qué quita a la Coral mantener un conservatorio? ¿Es rentable? Y, si lo es, ¿desde qué perspectiva?
El propósito fundacional de la Coral fue el de divulgar y promover la actividad musical y cultural. Hace muchos años se optó por la creación del centro de enseñanza musical. Esa apuesta sigue vigente y en este momento estamos centrados en comunicar y dar a conocer más nuestro centro. Encaja en la labor de una institución coral promover la música en todas sus manifestaciones. Somos parte del tejido musical de la ciudad y del territorio, y su actividad es rentable desde un punto de vista social y cultural. La rentabilidad depende mucho del número de alumnos con lo que varía de un año a otro. Nuestro objetivo es crecer en presencia y número de alumnos. Este centro ofrece un amplio entorno musical de agrupaciones y una actividad artística propia, singular y muy activa, que lo diferencia de otros centros. Creemos que somos una parte constituyente del panorama educativo musical de Bilbao y Bizkaia y queremos seguir siéndolo.
Hay muchas más niñas que niños en las formaciones infantil y juvenil de la Coral, este parece un rasgo generalizado en los coros, al menos en nuestro entorno.
En nuestro entorno y en casi todos. Hay excepciones como los coros de niños exclusivamente. Es algo que a veces nos planteamos viendo experiencias de éxito tan cercanas como la escolanía del Coro Easo de San Sebastián. Nuestro coro del conservatorio es magnífico. Convencidos como estamos de que cantar es algo bello y saludables, hemos conformado dos coros en dos centros escolares, que de son los primeros de la red coral que queremos tejer. En breve presentaremos esta iniciativa que se llama “Eskolan Kantari”.
¿Hay también más dificultades para incorporar hombres que mujeres a la disciplina del coro?
Si, sin duda. Al igual que el público en muchas actividades culturales es mayoritariamente femenino, en los coros en general pasa lo mismo. En nuestros coros, me refiero al mixto, Euskeria y coro de padres, tenemos suerte ya que estamos equilibrados, pero sí, las voces de hombres escasean más.
La Coral tiene una amplia nómina de entidades y empresas patrocinadoras, ¿cree que vivimos en un entorno empresarial sensibilizado hacia la cultura y específicamente hacia la música? Aunque ya se beneficia de desgravaciones, ¿suspira la Coral por una Ley de Mecenazgo?
Vivimos en un entorno empresarial con una tradición de patrocinio a una institución con una larga trayectoria. El incentivo fiscal no es el factor determinante para que el patrocinio se produzca, pero ayuda mucho. En nuestro caso la Norma Foral y Decreto Foral de Bizkaia que declara prioritaria nuestra actividad y su patrocinio son ya una cobertura legal muy fuerte que nuestros patrocinadores utilizan para desgravar su aportación a la Coral. Respecto a la ley estatal de mecenazgo me parece más una exigencia moral hacia todo el tejido cultural estatal, ya que se viene postergando desde hace muchos años, con lo que me parece urgente su aprobación, más allá de que sus efectos para nosotros no sean tan determinantes, debido al régimen foral propio del que gozamos.
¿Imagina a la Coral viva y activa dentro de 20 ó 70 años? ¿A qué retos deberá enfrentarse y en qué deberá cambiar?
Me la imagino viva, activa y generando la vida coral de la ciudad y del territorio, además de siendo embajadora de nuestra tradición coral. Los retos son muchos: mejorar en presencia social, en calidad, estar presentes en más lugares, realizar grabaciones, promover encargos…la Coral de Bilbao es la institución coral de nuestro entorno con un mayor compromiso con la creación y la divulgación de la música vasca, por historia, por presente, y además, por un futuro que nos debemos ganar.
No pocos hitos jalonan la historia de la Coral de Bilbao, ¿cuáles son los previstos para un futuro inmediato?
De momento me ocupan mucho los hitos “cotidianos”: ir mejorando en nuestros conciertos, captar personas a las que les guste cantar, que seamos más conocidos, recuperar la agenda de conciertos con orquestas españolas, tejer alianzas internacionales…Sobre todo que la Coral sea la Coral de todos, conocida y querida.