Nora Franco Madariaga /
ABAO ha hecho coincidir la presentación de su próxima temporada con la llegada de la primavera, dejándose contagiar del aire de renovación y la frescura que acompañan a este cambio de estación. El propio Juan Carlos Matellanes, presidente de la asociación bilbaína, comenzaba su intervención hablando de “romper con los estereotipos del mundo de la ópera”. Y, efectivamente, ABAO-OLBE afronta la temporada 2018-2019 con la tarea de marcar la diferencia, comenzando por ofrecer una ópera a la altura de las mejores, referente en el panorama operístico y que coloque a Bilbao como “Ciudad de ópera”. Un ambicioso propósito para un presupuesto de sólo 7 millones de euros, casi calderilla si se compara con los 45 del Liceu o los 56 del Teatro Real.
Aun así, la institución musical prepara para su 67ª temporada cinco títulos de envergadura que abordarán la ópera del siglo XIX desde las tres grandes escuelas: italiana, alemana y francesa; cinco títulos muy distintos unidos a través de la “libertad de expresión”, leitmotiv escogido por Cesidio Niño, director artístico de ABAO, como hilo conductor de esta nueva temporada que debe –cuando menos– igualar el buen nivel general de la temporada actual.
La 67ª temporada comenzará en octubre con La Bohème de Giacomo Puccini, un título que no por frecuente deja de ser bien recibido. Esta ópera, entre las cinco más representadas en el mundo según las estadísticas, constituye la quintaesencia del repertorio verista italiano que, con la puesta en escena de Mario Pontiggia, muy clásica y rica en detalles, y la pareja llena de química formada por Ainhoa Arteta y Teodor Ilincai en los papeles principales, hará las delicias del público más tradicional. Igualmente será una fabulosa ocasión para aquellos que quieran iniciarse en el mundo de la ópera aprovechando la función de Opera Berri, en la que tendremos la ocasión de escuchar a Vanessa Goikoetxea, Martin Neusspaumer, José Manuel Díaz y Ruth Iniesta, voces jóvenes y cercanas de gran calidad. En el foso vuelven a coincidir la Orquesta de Euskadi y Pedro Halffter, que ya demostraron un buen entendimiento en la Manon Lescaut de 2016, precisamente interpretada por Ainhoa Arteta. Un clásico que nunca falla.
En noviembre, sin embargo, podremos ver algo totalmente distinto. ABAO saca sus mejores galas, ya que con el segundo título alcanza el millar de funciones. Y para la ocasión han escogido una obra mucho menos conocida: Fidelio, única ópera de Beethoven (en su versión de 1814) y que no se representaba en Bilbao desde hace más de veinte años; una ópera del repertorio romántico alemán con una puesta en escena muy simbólica del premiado José Carlos Plaza. Musicalmente se hará cargo de la dirección Juanjo Mena, que vuelve a Bilbao y al frente de la BOS después de una separación de casi diez años. Sobre el escenario, la soprano dramática Elena Pankratova asumiendo el exigente papel de Leonora. Junto a ella Peter Wedd, y los recientemente aplaudidos en Salome Mikeldi Atxalandabaso y Eglis Silins. Como guinda, en las funciones se podrá disfrutar además de la pieza sinfónica Leonore III, una obertura descartada por Beethoven y rescatada por Mahler, entre el dúo de Floristán y Leonora y el concertante final. Sin duda una obra singular, arriesgada y muy meditada la que ha escogido la Asociación bilbaína para celebrar su función nº 1000 que no habrá que perderse.
Con el inicio de 2019 y el tercer título de la temporada, llega a escena una de las últimas óperas del ambicioso proyecto Tutto Verdi: I Lombardi alla prima crociata, una obra no muy conocida y muy poco representada (más de 40 años han tenido que pasar para volver a verla) pero de gran valor musical, con un hermosísimo belcanto italiano cargado de dramatismo, cuyo peso recaerá en la soprano dramática de agilidad Ekaterina Metlova, que se enfrenta a un papel de enorme exigencia vocal. Junto a ella, los ya conocidos Josep Bros y Roberto Tagliavini de nuevo con la Orquesta de Euskadi y bajo la dirección del italiano Riccardo Frizza, joven pero buen conocedor del repertorio verdiano. La puesta en escena será la de Lamberto Puggelli para el Teatro Regio di Parma, moderna y efectista, que no dejará indiferente.
Pero, aunque desde ABAO se hayan volcado Fidelio y la celebración de su efeméride, probablemente el plato fuerte de la temporada llegue en febrero con Semiramide de Rossini, una “fiesta vocal” –como la ha llamado Cesidio Niño muy acertadamente– que combina a la perfección un libreto atrayente y una lírica virtuosística. Y, para este ejercicio de derroche vocal, un reparto a la altura: Angela Meade, Daniela Barcellona, Simón Orfila y José Luis Sola –bien conocidos y apreciados en el escenario bilbaíno– a las órdenes de Alessandro Vitiello y acompañados por la Bilbao Orkestra Sinfonikoa, que sin duda será un buen soporte para esas agilidades vocales. La producción de Luca Ronconi, sobria, profunda e impactante, pondrá el punto de equilibrio al exceso canoro.
Y aunque aún falta un título por comentar, no podemos saltarnos el concierto que Jessica Pratt ofrecerá el 20 de marzo. Con unas dotes vocales fuera de lo común, la soprano más carismática y brillante del momento se atreverá con arias y fragmentos de extrema dificultad de La Sonnambula, Lucia di Lammermoor, I Puritani, Hamlet o La Straniera, reunidas bajo el acertado título Delirio. Una oportunidad irrepetible.
Y cerramos la temporada en mayo con otro clásico que regresa tras quince años de ausencia: Les Pêcheurs de Perles de Bizet, la segunda ópera francesa más representada, después de la indestronable Carmen. En este caso, el clásico irá cargado del exotismo y el colorido de la regia del apreciado Pier Luigi Pizzi con la producción del Teatro La Fenice di Venezia, que sin duda ofrecerá una versión muy personal de la obra. En el rol principal, Javier Camarena, uno de los mejores tenores del momento. En el foso de nuevo la BOS haciéndose cargo de una partitura complicada pero de enorme belleza a las órdenes de Francesco Ivan Ciampa, a quien podremos ver por primera vez en el repertorio francés, tan alejado del verdiano al que nos tiene acostumbrados.
Una temporada muy completa y no exenta de riesgo que ofrece algo interesante para todos los gustos, que sigue una línea artística muy definida que ya había comenzado en la temporada actual y que, principalmente, apuesta por las grandes voces. Esperemos que esa apuesta salga bien y que el “virus” de las cancelaciones que tanto ha afectado a ABAO esta temporada desaparezca para la próxima.