Nora Franco Madariaga/
Que el COVID-19 nos tiene a todos alterados no es ninguna novedad; que tiene a la cultura pasando momentos complicados, tampoco; pero el giro de tuerca que dio el sábado el Gobierno Vasco endureciendo las restricciones en los aforos ha puesto patas arriba todo el trabajo de filigrana que las instituciones culturales vascas habían realizado las semanas precedentes para poder cumplir todas las condiciones de seguridad antes de dar inicio a sus respectivas temporadas.
Una de las más afectadas ha sido ABAO Bilbao Opera. Por su elevado número de abonados, por la complejidad musical y técnica de sus espectáculos y por el inminente estreno mañana miércoles del primer título de la temporada, Il Turco in Italia, sin apenas margen de maniobra para solucionar el desaguisado que supone dejar sin localidad a unos 1200 abonados.
Así que, después de un angustioso fin de semana de reuniones intensas, llamadas de teléfono, sesiones de trabajo interminables y largas noches en vela, ayer lunes se ensayaba la mejor solución posible y esta misma mañana, una vez comprobada su viabilidad, se comunicaba públicamente en rueda de prensa.
«A raíz de las últimas restricciones de aforo anunciadas este sábado, y en espera de la publicación de la Orden en el BOPV en los próximos días, la Asociación se ve obligada a realizar importantes modificaciones ya que el plan de ubicación se ve nuevamente afectado, y el aforo máximo permitido se reduce aún más, pasando de 600 a 400 localidades. Esto supone un 18% del espacio disponible en el Euskalduna, a diferencia de lo que sucede en otros teatros como el Teatro Real o el Liceu, cuya disponibilidad es ampliamente superior», anunciaba Matellanes, presidente de ABAO Bilbao Opera, con gesto cansado pero mucha determinación. «Mantenemos el firme propósito de continuar con la programación prevista de la ópera Il turco in Italia manteniéndonos fieles a nuestro compromiso con la cultura».
De este modo, se ha tomado la solución más adecuada a las circunstancias, ampliando el número de representaciones con aforos ajustados a las nuevas restricciones, pasando de seis a nueve –ya se había aumentado previamente de cuatro a seis para adecuarse a la anterior normativa–, con tres días de doble sesión, lo que permitirá acoger a un total de 3800 espectadores –una cifra que, aun pareciendo abultada, apenas si alcanza para acoger a una mayoría significativa de socios abonados–, ya que de otro modo más de la mitad de la comunidad social de ABAO no tendría cabida.
Para poder adaptarse a este maratoniano ritmo de representaciones, se ha elaborado una versión de la ópera perfectamente adaptada a lo esencial, tanto en el plano musical como en el dramático, que, si bien ve recortada su duración en unos 50 minutos, garantiza que todos los momentos y pasajes importantes estén presentes, manteniendo la coherencia del relato. «Aunque es la primera vez que ABAO se ve obligada a adoptar esta decisión, no es una práctica ajena al sector y se adopta con regularidad en los escenarios más importantes del mundo», indicaba Matellanes.
«No es lo que queremos, ni el público, ni los artistas, ni nadie»– declaraba Christophe Rousset, director musical –. «Es un sacrificio enorme no hacer el espectáculo como estaba concebido en un principio. Para todos la cancelación era una tragedia, por lo que hemos intentado buscar una solución. Es un sacrificio artístico y para quien ama la música pero, aunque el público de Bilbao no la escuche entera, es una alegría y una gran oportunidad poder escuchar esta música maravillosa. El teatro no puede parar, hay que seguir adelante por la cultura, por la profesión y por la salud mental de todos».
En la misma línea, Emilio Sagi, director de escena, continuaba: «Un teatro o una institución cultural es importante cuando tiene dificultades. Solucionar una cancelación, sobreponerse a las dificultades, hace grande a un espectáculo. Cancelar sería un grandísimo error de prestigio para ABAO y para Bilbao. Resumir la puesta en escena y la versión musical en una hora y veinticinco minutos tiene una grandísima dificultad pero se ha hecho por las necesidades del momento y, dentro de toda esta cuestión tan dramática, estamos contentos con el resultado. El espectáculo no pierde, la trama se entiende… ¡Incluso Rossini aplaudiría ese Turco!»
El enorme empeño que este trabajo de revisión conlleva a todos los niveles es indescriptible, y todos los equipos y profesionales implicados están realizando un esfuerzo ímprobo para que la ópera pueda representarse sin menoscabo de la calidad y la excelencia que siempre ha caracterizado a ABAO Bilbao Opera. Se han mantenido el elenco, los equipos creativos y artísticos y el cuerpo técnico en su totalidad, consiguiendo la máxima calidad de la puesta en escena y las representaciones, y garantizando al mismo tiempo que la ópera se pueda celebrar en las mejores condiciones posibles de seguridad y salud para todos los asistentes –los días de función doble se llevará a cabo entre sesiones un estricto protocolo de limpieza y desinfección del auditorio–.
Además, ABAO facilitará a aquellos socios que no puedan asistir al auditorio el visionado de la ópera en streaming a través de su página web.
Gracias al esfuerzo y la buena disposición de todos los colectivos implicados –junta directiva y trabajadores de ABAO, dirección musical y artística, elenco de solistas, Bilbao Orkestra Sinfonikoa, Coro de Ópera de Bilbao y Palacio Euskalduna–, el entramado musical y cultural de Bilbao va a conseguir sacar adelante lo que por momentos ha parecido imposible: la celebración de Il turco in Italia y el inicio de la 69 temporada de ABAO Bilbao Opera. «Después de hacer una ópera a piano pensaba que lo había visto todo, pero no», bromeaba Matellanes. Esperemos que, al menos de momento, no quede mucho más por ver…