Resultados desiguales en el Elixir bilbaíno
Bilbao, sábado 18 de noviembre de 2023. Palacio Euskalduna. Gaetano Donizetti: L’elisir d’amore. Libreto de Felice Romani sobre el libreto de Eugène Scribe para la ópera Le philtre, de Daniel-François-Esprit Auber. Marina Bianchi, directora de escena. Leila Fteita, escenografía y vestuario. Andrea Borelli, iluminación. Tiziana Colombo, asistenta dirección de escena. Producción del Teatro Regio di Torino. Joel Prieto, Nemorino. Elena Sancho Pereg, Adina. Pablo Ruiz, Belcore. Paolo Bordogna, Dulcamara. Marta Ubieta, Giannetta. Coro de Ópera de Bilbao (Boris Dujin, director). Orquesta Sinfónica de Bilbao. Ane Legarreta, asistente de dirección musical. Yván López-Reynoso, dirección musical. Aforo: 2.164. Ocupación: más de tres cuartos. 72ª Temporada de ABAO Bilbao Opera.
ÓPERA BERRI: sábado, 25 de noviembre de 2023. Juan Antonio Sanabria, Nemorino. Helena Orcoyen, Adina. Pau Armengol, Belcore. David Menéndez, Dulcamara.
JOSEBA LOPEZORTEGA
L’elisir d’amore es ante todo una ópera bufa y una gran parte de su atractivo, al que ABAO Bilbao Opera es tradicionalmente sensible, reside en la creación de una compleja trama de complicidades en la que el público es convocado para sumar, con su sonrisa o con su risa, un papel activo. Esta representación –del estreno– no creó ese clima. La dirección de López-Reynoso, meticulosa, no logró inyectar el temperamento necesario para que la obra incumbiera, velando la plena expresión del trabajo orquestal. Con un enfoque cauteloso creó un colchón seguro para los y las cantantes, pero su trabajo fue monótono –casi un colchón para todos– y condicionó el conjunto de una representación marcada también por la modestia de una dirección de escena plana y aburrida, que en el mejor de los casos pasó desapercibida, sin facilitar que el humor se cocinara, fluyera y se transmitiera. No había dinamismo en una escena carente de adjetivos, en la que naufragaban unas cuantas bicicletas y un motocarro –todo un emblema de la Italia de los cincuenta, en la que se ambienta la producción–.
En este contexto evolucionaba y progresaba el libreto, que sigue siendo eficaz y se eleva sobre sus propios tópicos y arquetipos casi doscientos años después de ser escrito. Aquí cada uno se valió de sus propias armas y herramientas. El coro, que cantó sus partes con la gran calidad que le es habitual, se esforzaba para crear un clima alegre, con algunos bailes y complicidades. Estupendas las mujeres cantando y actuando cuando Giannetta rumorea que Nemorino ha dejado de ser pobre. Ella, Giannetta, estuvo interpretada y cantada por Marta Ubieta, con una voz muy adecuada al personaje y con recursos teatrales de sobra para ofrecer una completa recreación de este pequeño, vivaz y precioso personaje.
Siguiendo con el elenco, Pablo Ruiz debutaba Belcore y debutaba en Bilbao. Lo hizo con una gran seguridad, mostrando una voz bella de amplio registro, mucho fondo y buena técnica que parece reclamar otros roles en los que sin duda sería interesante escucharle. Siendo bueno, su Belcore no resultó tan interesante como él mismo. Paolo Bordogna como Dulcamara aportó humor y desempeño teatral, pero su voz no alcanzó los niveles deseables para este papel tan exigente, que desde la primera nota ofrece terreno por delante para meterse al público en el bolsillo. Faltaba volumen y se diría que sobraban nervios, de los que hubo no pocos en este estreno. Y muchos de ellos habían hecho presa en Joel Prieto, encargado de resolver el gran rol de Nemorino.
Prieto comenzó con gran rigidez y dificultad para sus agudos, romos e inseguros, como si estuviera atenazado por los nervios. Francamente no se entiende que algo así suceda a un tenor familiarizado con el papel, por mucho que estemos en un estreno o debute en la temporada bilbaína. Tras el intermedio conocimos a un Joel Prieto distinto, más natural y desenvuelto, con la voz más fluida, que sabía que su acogida iba a depender de la célebre aria Una furtiva lacrima. Puso todo en ella, y la bola cayó en su número, logrando una gran ovación. Fue la puerta para ganarse unos aplausos que no describieron el conjunto de su trabajo, algo decepcionante, tenso e inseguro. Elena Sancho Pereg, Adina, fue en cambio una Adina irreprochable. Un canto bello y brillante, dulce y ligero, como alado. Agudos limpios y seguros, excelente emisión y sólido y elegante desempeño escénico. Muy brava.
Excelente representación en Ópera Berri
ABAO Bilbao Opera había elegido L’elisir para su proyecto Opera Berri, que propone un reparto alternativo y ofrece entradas a mitad de precio para sembrar afición. En esta representación no hubo atisbo de nerviosismo, la química funcionó y L’elisir fluyó a la perfección. Juan Antonio Sanabria construyó un Nemorino excelente: un tipo humilde y tenaz, un joven ilusionado e ingenuo, pero en modo alguno un tonto. Y qué bien cantó: seguro, limpio, un ligero con un instrumento bellísimo y buena emisión en todo momento y lance. Bordó la archifamosa Lacrima y el público, al que ya se había ganado, estalló en unos aplausos muy merecidos.
Helena Orcoyen tampoco especuló. Aunque tiene una voz algo grande para el papel de Adina, cantó con mucha personalidad y entrega y el resultado fue irreprochable. Excelente actriz, hizo una gran pareja con Sanabria y todo el público estaba contagiado de su alegría y del final feliz de la pareja. Eso es hacer las cosas bien. Por su parte, Pau Armengol propuso un Belcore muy interesante: un tipo envarado, engreído, oportunista y sin muchas luces. Lo cantó muy bien, de un modo muy donizettiano, con mucha seguridad y buen gusto.
¿Qué decir del Dulcamara de David Menéndez? Fue ante todo, como lo había sido en el Guglielmo de Così fan tutte en la temporada anterior, un actor consumado. Menéndez sabe trabajar las tablas y Dulcamara se le ajusta como un guante. También exhibió una voz poderosa, con cuerpo y presencia. Excelente su prestación, propia de esos barítonos que con frecuencia han dado excelentes Dulcamara. Menéndez fue la razón principal de mi interés en acudir a esta representación de Opera Berri y no me defraudó, pero es que salí satisfecho del auditorio por su trabajo y el de sus estupendos compañeros de reparto y feliz por lo mucho que el público supo disfrutar y corresponder.