Bilbao, 9 de marzo de 2024. Teatro Arriaga. “Guridi: Magical Bidaia”, escenificación de canciones de Jesús Guridi. Coro Infantil de la Sociedad Coral de Bilbao. José Luis Ormazabal, director de coro. Alberto Sáez Puente, piano. Carlos Imaz, música adicional y arreglos. Pako Revueltas y Ángel Mirou, dramaturgia. Ángel Mirou, texto. Pako Revueltas, dirección de escena. Gaizka Chamizo, Eneritz Artetxe, Na Gomes, Juanjo Otero, Karmele Matuzola, intérpretes. Christina Gómez y Borja Alcalde, bailarines. Jon Zabal, diseño de efectos mágicos y asesoramiento. Javier García, diseño de iluminación. Idoia Barceló, traducciones. Producción del Teatro Arriaga. Aforo: 1200. Ocupación: 60%.
JOSEBA LOPEZORTEGA
Sobran razones para que el Teatro Arriaga involucre en una producción como Guridi: Magical Bidaia a la Sociedad Coral de Bilbao, tejiendo una representación teatral que toma como principal contenido musical las Seis canciones infantiles para coro y piano, creadas en 1946, pero que visita también el extraordinario ciclo Así cantan los chicos, de 1908, también escrito originalmente para coro de niños y piano, del que se cantó la segunda escena, ¿Dónde está aquel niño?, quizá la más conocida –y poderosa–. En esta dimensión musical de la representación sobresalió el trabajo de Alberto Sáez Puente, que hizo un trabajo excelente desde el escenario, tanto cuando tocaba la música de Guridi como cuando tocaba la respetuosa y muy atinada música creada por Carlos Imaz para dar continuidad y soporte a la dramaturgia. En cuanto al Coro Infantil de la Sociedad Coral de Bilbao, qué decir: entrega, madurez, buen canto, buen trabajo en escena. Si de por sí la participación de chicos y chicas en un coro infantil es algo destacable, por no tratarse de una actividad hoy por hoy mayoritaria, participar para lograr alcanzar un resultado de este alto nivel es encomiable.
La representación de Guridi: Magical Bidaia discurre mediante el empleo de un amplio abanico de recursos escénicos y visuales, algunos muy poderosos y bellos. La obra es amena y variada, también muy leve. Combina una trama ejemplarizante en torno a un muchacho absorbido por los videojuegos con números que, como la exhibición atlética del actor protagonista o el baile de un tango, resultan tan atractivos como prescindibles, y dan al conjunto de la representación cierto tono de plato combinado, quizá pensando prioritariamente en su consumo por un público infantil. El trabajo de actores y actrices, francamente excelente, al igual que todos los elementos teatrales. En conjunto, una propuesta con potencial y calidad para cualquier teatro y lugar levantada con talentos, intérpretes y recursos locales que deja un buen sabor de boca y que, desde luego, recuerda la calidad e importancia del legado musical de Jesús Guridi.