Orchestre Philharmonique du Luxembourg: Potencia desbordante
San Sebastián, 02/08/2024. Auditorio Kursaal. Orchestre Philharmonique du Luxembourg. Gustavo Gimeno, director. EASO Ahots Mistoen Abesbatza; Gorka Miranda, director del coro. Alexander Vinogradov, bajo. “La ejecución de Stepan Razin” op. 119 de D. Shostakovich y la Sinfonía Fantástica op. 14 de H. Berlioz.
Nora Franco Madariaga/
El eslogan más famoso de una conocida marca de neumáticos decía que «la potencia sin control no sirve de nada», pero, tal y como se pudo comprobar en los dos primeros conciertos de Quincena en el Auditorio Kursaal, la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo tiene la potencia y su director titular, Gustavo Gimeno, tiene el control.
La ejecución de Stepan Razin es una cantata de Shostakovich muy poco habitual en las salas de conciertos aunque, después de escuchada, uno no puede más que preguntarse por qué: calidad, interés, fuerza, belleza, trascendencia… una obra de intenso dramatismo que conjuga muy bien melodías inequívocamente rusas con el espectacular sinfonismo tardorromántico.
Para la ocasión, el barítono ruso Alexander Vinogradov –que llegaba a Quincena en un momento dulce de su carrera y un espléndido estado vocal– mostró su voz amplia, bien colocada y con mucha proyección; equilibró su embriagador color oscuro con una emisión clara y franca que, junto a una dicción inmaculada, sostuvo perfectamente los largos pasajes narrativos. Con un registro amplio, brilló especialmente en los pasajes más graves y siniestros.
Las voces mixtas del coro Easo expusieron también la belleza de sus colores, bien trabajados en emisión y empaste. Con un sonido redondo, destacó la fuerza de los unísonos y la intensidad de los pianos. De forma menos evidente, pero igualmente reseñable, es necesario destacar la fabulosa dosificación de la energía a lo largo de esta obra tan exigente.
En cuanto a la orquesta, la formación luxemburguesa demostró un sonido muy compacto y sólido, con un amplio rango dinámico. Tanto en La ejecución de Stepan Razin como en la Sinfonía fantástica, la orquesta pudo hacer alarde de toda su potencia, sobre todo en los metales, que sonaron en todo momento con una proyección extraordinaria.
La Sinfonía fantástica también presenta escenas de un carácter contrastante mucho más dulce, que la orquesta abordó con comodidad, pero incluso en estos pasajes el brillo y la intensidad de la orquesta quedaron de manifiesto.
El valenciano Gustavo Gimeno, al frente de la Orchestre Philharmonique du Luxembourg, supo lidiar a las mil maravillas con esta potencia, aunque se echaron de menos pasajes más calmados y de mayor lirismo, así como un mayor juego de volúmenes que permitiera disfrutar más de los distintos planos sonoros. En cualquier caso, con gesto elegante, fluido y efectivo, Gimeno mantuvo el control en todo momento de esa potentísima maquinaria orquestal que, en otras manos, sin duda hubiera dado la razón al famoso eslogan.
* Crítica publicada en www.naiz.eus el 02/08/2024