Cappella Mariana y Constantinople se embarcan en la Odisea de Kryštof Harant
San Sebastián, 20/08/2024. Teatro Victoria Eugenia. Cappella Mariana; Vojtěch Semerád, dirección artística e idea original. Constantinople; Kiya Tabassian, setar, voz y dirección artística. Ramón Barea, narrador. “Odisea de Kryštof Harant”, obras de Kryštof Harant, Agha Mo’men, Kiya Tabassian, Shishtari Murad, Kâsebâz-i Misri, Seyyid Seyfullah, Paschal de l’Estocart, Ali Ufki, Gazi Giray Han y otros.
Nora Franco Madariaga/
Con el título “Odisea de Kryštof Harant”, el concierto del martes en el teatro Victoria Eugenia resultaba el más misterioso de la programación y terminó siendo, con diferencia, el concierto que más y mejor ha respondido hasta la fecha a la propuesta de Quincena de establecer los viajes y el exotismo como hilo conductor de esta edición.
Un concierto que perfectamente podría haber formado parte del ciclo de Música Antigua, la “Odisea de Kryštof Harant” recogió la extraordinaria peripecia vital de este noble checo, humanista, soldado, escritor y compositor –lo que hoy en día se ha dado en llamar un polímata– hasta su prematuro fin en la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga, ejecutado por participar en la Revuelta Protestante de Bohemia.
Así, la colorida obra de Harant sirvió de guía en un viaje musical desde Praga a Jerusalén, pasando por Venecia, Chipre, Sinaí o El Cairo, odisea de la que dejó constancia en sus libros de viajes y que VojtěchSemerád, director artístico del grupo vocal Cappella Mariana, utilizó para presentar a los oyentes todo el legado musical de Harant –que, desafortunadamente, no es mucho, debido a las turbulencias históricas–.
Para ello, la Capella Mariana, conjunto vocal checo especializado en polifonía medieval culta y renacentista y en el repertorio vocal del Barroco temprano, presentó un sexteto formado por dos sopranos, tres tenores y un bajo, que se alternaron en la formación a exigencias de las partituras y que hicieron gala de un trabajo polifónico limpio, bien modulado, con una articulación minuciosa, un fraseo muy elegante y, sobre todo, una esmeradísima dicción.
Con el fin de completar las composiciones de Harant con otras piezas de la música de esos lugares que él mismo pudo escuchar en su viaje de ida y vuelta a Tierra Santa, la Cappella Mariana se hizo acompañar en este concierto del ensemble Constantinople, un conjunto musical que ha elegido el viaje –geográfico, histórico, cultural, interior…– como piedra angular. Con una formación de lo más sorprendente –setar, kanun, kemenche y percusión–, Constantinople ofreció una música exótica, evocadora, sugerente y casi hipnótica, de gran riqueza tímbrica, con sabor a mediterráneo y a oriente. Además, su director artístico y setarista Kiya Tabassian, añadió su voz en varias piezas, con un canto llano y franco, aferrado a las raíces más hondas de la tradición cultural. El delicado trabajo de Constantinople se vio enriquecido con un cierto margen de improvisación de los instrumentistas que, si bien se mantuvo en el perfecto estilo folklórico, podría haberse atribuido a los mejores artistas de jazz, además de ofrecer un par de composiciones del propio Tabassian, con una estética totalmente integrada en las tradiciones orientales del resto del programa.
Para guiar este peregrinaje intercultural, las diversas piezas musicales estuvieron articuladas por extractos del libro de viajes que escribió el propio Harant, y narradas por el actor bilbaíno Ramón Barea que, con su voz y sus extraordinarias dotes interpretativas, dibujó unos escenarios dignos de la mejor novela de aventuras.
El resultado de esta fusión de estilos, artes y culturas en torno al mediterráneo tuvo un efecto tranquilizante y absorbente consiguiendo que, pese a la aparente sencillez y delicadeza de las obras, el público permaneciera sumido en la música como en un rapto de plácido y sosegado deleite a través de este extraordinario viaje musical.
* Crítica publicada en www.naiz.eus el 21/08/2024