Deia: Antonini, la música misma
Asier Vallejo Ugarte
Sociedad Filarmónica de Bilbao. 81-X-2013. Julia Lezhneva, soprano. Il Giardino Armonico. Director: Giovanni Antonini. Obras de Haendel, Haydn y Mozart.
A inicios de los noventa Giovanni Antonini e Il Giardino Armonico se dieron a conocer en todo el mundo con una grabación de Las cuatro estaciones de Vivaldi tan extrema que acabó marcando un antes y un después en la discografía de la obra. Había ahí una ruptura con lo que hasta entonces se había ido haciendo, una nueva energía, unos arcos punzantes y agresivos, unos contrastes afiladísimos, pero también una visión camerística de esa música, una búsqueda a ultranza del más mínimo detalle instrumental y un sonido de gran personalidad. Ha pasado el tiempo y seguimos escuchando en el actual Giardino Armonico mucho de aquel grupo joven y radical, y eso que sus interpretaciones han ido ganando en profundidad, en flexibilidad, en eso que se suele llamar madurez.
Pero lo más importante es que no ha perdido ni una pizca de su capacidad para sorprender y romper convenciones. Si la intensidad de las sinfonías Il mare turbato (nº 39) y La Passione (nº 49) de Haydn, ambas en modo menor, suele asociarse al movimiento literario del Sturm und Drang, Antonini y los suyos derrumbaron el mito prerromántico y pusieron en valor aspectos como el color y la transparencia, demostraron que la idea del contraste es inherente al estilo haydeniano y recordaron la importancia que en él cobra el contrapunto. En música es muy sano cuestionar la tradición, incluso enfrentarse a ella, a largas décadas de lugares comunes y posturas acríticas.
La otra gran protagonista fue la jovencísima (veintitrés años) Julia Lezhneva, que en muy poco tiempo se ha reservado un sitio en la Premier League del sopranismo mundial. Hay quien dice que su voz es demasiado pequeña, que no puede ser una gran dama de la escena, que los teatros le vienen grandes. No parece que sea así, pero doctores tiene la iglesia. Eso sí, para la sala de Marqués del Puerto su voz es pluscuamperfecta, y para cantar arias de ópera u oratorio de Haendel también: delicado fraseo, dulce timbre, áurea emisión, precisa coloratura. Puede que en el Exultate, jubile de Mozart apareciesen impurezas y mínimos problemas de afinación, pero estilísticamente su interpretación fue también impecable. Recordaba por momentos a la joven Bartoli. Y a su lado, Antonini, cual hombre música, cuidaba cada nota con el esmero de un artesano suizo puliendo el mecanismo de un reloj de cuco.