Nora Franco Madariaga/
Bilbao, 29/02/2016. Sala A1 del Palacio Euskalduna. 9º concierto de la Temporada de Cámara de la BOS. Alberto Urretxo, trombón; Amaia Zipitria, piano. Dos fantasías Op.2 de Nielsen/Sauer, Élégie No.1 Op.3 de Rachmaninov/Venglovsky y Canciones del caminante de Mahler/Sparkes. Euskalduna Brass Ensemble (Vicente Olmos, Pedro Extremiana e Ignacio Díaz, trompetas; David Montalt, trompa; Miguel Arbelaiz y Miguel Sansiñena, trombones; Kenneth Rhind, tuba). Rigoletto Fantasía de Verdi/Arban/Olmos, Morceau Symphonique de Guilmant/Maillard, Capriccio da camera de Danielsson y Una noche en Granada – Fiesta gitana en el Sacromonte de Cebrián/Extremiana.
Si amplio es el repertorio sinfónico, el repertorio camerístico tiende a infinito: dúos, tríos, cuartetos, quintetos, de cuerda, de viento, con y sin piano… Y, sin embargo, aún se hace extraño escuchar un concierto sólo de metales. Son esos grandes desconocidos, brillantes, que emiten destellos amenazantes desde el fondo de la orquesta, y cargan con el sambenito (y alguna vez con la culpa) de un volumen algo excesivo en ciertos pasajes orquestales. Y, sin embargo, son capaces de la mayor de las dulzuras, del más exquisito de los pasajes, como nos han demostrado en el noveno concierto de la temporada de cámara de la BOS tanto Alberto Urretxo como el Euskalduna Brass Ensemble.
En la primera parte del concierto, el trombón solista de la BOS Alberto Urretxo, acompañado al piano por Amaia Zipitria, nos ha ofrecido un programa muy sentido, lleno de emociones contenidas. Con un sonido redondo, cálido y muy cantado, hemos podido disfrutar del mejor Urretxo en un momento profesional muy dulce con el éxito que está obteniendo su reciente disco Soinuaren Bidaia. Destacable la Elegía No.1 de Rachmaninov, intensa en los pianos, desbordante en el fraseo. Igualmente notable el trabajo de Amaia Zipitria al piano, sobre todo en las Canciones del caminante de Mahler. Un dúo bien avenido que ha conseguido dejar al público con los ojos cerrados, envuelto por la voz del trombón y conteniendo un suspiro.
La segunda parte, de la mano del Euskalduna Brass Ensemble, ha sido más variada y, en cierto modo, más alegre. En la primera obra, una Fantasía sobre el Rigoletto de Verdi, hemos podido descubrir entre las conocidas melodías una obra compleja pero de mucho lucimiento para el solista Vicente Olmos, trompeta solista de la BOS, que la ha defendido brillantemente.
Por su parte Miguel Arbelaiz, trombonista de la BOS, ha llevado la parte solista del Morceau Symphonique de Guilmat con un sonido vibrante y equilibrado a pesar de haber comenzado con cierta timidez, demostrando ser un instrumentista sólido y de gran expresividad.
Y si sorprende escuchar un concierto para metales, aún resulta menos habitual escuchar una obra para tuba solista, una pieza de Danielsson llena de pasajes de gran belleza para todos los componentes del ensemble, no sólo para la tuba de Kenneth Rhind, solista de la BOS que ha disfrutado y nos ha hecho disfrutar enormemente.
Finaliza el concierto con una obra de Emilio Cebrián arreglada especialmente por Hilario Extremiana para la ocasión ya que al equipo habitual (V. Olmos, P. Extremiana, D. Montalt, M. Arbelaiz y K. Rhind) se han unido Ignacio Díaz y Miguel Sansiñena. El buen empaste y la energía del conjunto, sumados la magia de la obra, han hecho de esta pieza un gran broche para un concierto brillante.