Deia: “Solistas para la OSE”
Asier Vallejo Ugarte
Aunque la próxima temporada de la Sinfónica de Euskadi presenta programas tan variados que puede dar la impresión de estar construida en el aire, sin líneas de fuerza, puntos de referencia o estructuras sólidas que aseguren una cierta consistencia y unidad, a veces es bueno renunciar a las fórmulas tradicionales y explorar nuevas vías que estimulen en el público una mirada amplia y liberada de prejuicios. Por eso el siglo XX ocupa un espacio tan importante, con obras indispensables como las Images de Debussy, El pájaro de fuego de Stravinski, el Concierto para violonchelo n° 1 de Shostakovich o Romeo y Julieta de Prokofiev, enriqueciéndose con piezas de Poulenc, Elgar, Vaugham Williams, Walton, Martin o Khachaturian mucho menos habituales en nuestras salas de conciertos.
Toshio Hosokawa domina el mundo de la contemporánea con dos obras, una de ellas (Meditation. To the victims of Tsunami) destinada a abrir la temporada, mientras que la música vasca se ve representada por esos dos verdaderos maestros que fueron Jesús Guridi y Francisco Escudero, a quienes se une Xabier Otaola (1989) con su reciente Agartha, compuesta en 2014. En el extremo opuesto, con la obertura de Las criaturas de Prometo y el Concierto para piano y orquesta n° 4, Beethoven se convierte como el compositor más antiguo de la temporada, ¿y debe una orquesta sinfónica obviar todo el repertorio anterior a Beethoven? Schumann, Mendelssohn, Brahms, Chaikovski y Strauss son clásicos entre los clásicos y, como tales, ocupan un espacio central en la temporada.
Cuatro de los once programas serán responsabilidad de Jun Märkl, titular de la orquesta, entre ellos el inaugural, en el que comparecerá el Orfeón Donostiarra para la Carmina Burana de Orff. Entre los demás directores tampoco faltan nombres de acreditada solvencia. Eso sí, donde la programación hace músculo es en el despliegue de solistas, con Nicholas Angelich, Julian Rachlin, Pinchas Zukerman o las hermanas Labèque como figuras probablemente destacadas, pero sin olvidar la alegría que supone contar en el concierto de Khachaturian con una artista de raza como es Leticia Moreno, quien a base de constancia, musicalidad, talento y pasión auténtica está consiguiendo hacerse con un espacio propio en el cada vez más disputado mundo del violinismo actual.