Pablo Cepeda /
El pasado jueves la Sociedad Coral de Bilbao, la Universidad de Deusto y la Cámara de Comercio de Bilbao celebraron de manera conjunta su 130º aniversario en el Euskalduna Jauregia, con un concierto protagonizado por la propia Coral de Bilbao acompañada por la Orquesta Sinfónica de Bilbao, y la participación de los solistas Daniel Oyarzabal (órgano), Marta Ubieta (soprano), Marifé Nogales (mezzosoprano), Mikeldi Atxalandabaso (tenor) y Fernando Latorre (bajo), todos ellos bajo la dirección del maestro titular de la BOS, Erik Nielsen. Con motivo de este triple aniversario, se estrenó la obra Kantatu, landu, ikasi del compositor Fernando Velázquez.
Quiso el azar, o el afán emprendedor del Bilbao finisecular, o mejor dicho la suma de ambos, que la Sociedad Coral de Bilbao, la Universidad de Deusto y la Cámara de Comercio de Bilbao fueron fundadas el mismo año de 1886. Desde entonces forman parte de la vida de nuestra villa, protagonizando y sustentando su tejido social, dinamizando actividades tan importantes como el conocimiento, el comercio o la música. Estos 130 años de andadura y empeño continuado, avanzando y haciendo frente a acontecimientos de muy diversa índole, merecían una celebración y ésta cumplió todas las expectativas.
La explanada del Euskalduna presentaba desde media hora antes del concierto un aspecto festivo, con varios cientos de personas saludando y conversando con amigos y conocidos al mismo tiempo que presagiaba el lleno que se dio en el auditorio. Diversas personalidades de la vida social, política y cultural bilbaína eran retratados por el fotógrafo Enrique Moreno Esquibel.
Una vez dentro de la sala, La Coral ocupó el graderío del coro mientras recibía los primeros aplausos de la noche. Acto seguido y con la presencia en el escenario de la BOS y de su director titular, Erik Nielsen, comenzó el concierto con la obertura de “Los esclavos felices” de Juan Crisóstomo de Arriaga. La frescura y el carácter amable de la música del precozmente malogrado compositor bilbaíno abrían una noche con clara vocación festiva.
No faltó el protocolario discurso, en el que José María Guibert, rector de la Universidad de Deusto, flanqueado por José Miguel Lanzagorta y José Ángel Corres, presidentes de la Sociedad Coral y de la Cámara de Comercio respectivamente, dedicó unas breves palabras a recordar la misión, la trayectoria y el futuro de las tres instituciones.
Acto seguido, la orquesta cedió el escenario a las voces del coro bilbaíno, dirigido por Enrique Azurza, que pasó a interpretar el “Aver Maria” de Franz Biebl a tres coros, con el coro de niños ocupando un espacio en el patio de butacas, y con unos pequeños pasajes improvisados por Daniel Oyarzabal en el órgano glosando la melodía gregoriana. Esta distribución espacial, así como la interpretación, fue muy valorada por el público.
Volvió el turno de la orquesta, con el solista Daniel Oyarzabal a los mandos del órgano Karl Schücke (4 teclados y pedalero) del auditorio bilbaíno. El célebre movimiento final de la Sinfonía nº3 de Saint-Saëns sirvió para que el órgano sinfónico del auditorio añadiera una nota de solemnidad y de paso nos hiciera recordar la ventaja de contar con este recurso musical frente a auditorios como el Kursaal, Santander o el Baluarte, por citar los más cercanos que no disponen de él.
El concierto contó con el estreno de una obra encargada para tal ocasión. Con texto de Unai Elorriaga y titulada “Kantatu, landu, ikasi”, fue el compositor Fernando Velázquez (antiguo alumno de Deusto, donde se licenció en Historia) el encargado de poner música a una obra dinámica, fluida y vital que al igual que ya hiciera Brahms en su Obertura para un Festival Académico op.80 hizo uso del tema del Gaudeamus igitur.
Así se llegó al plato fuerte de la velada, el Te Deum de Bruckner. Coro, orquesta, organista y solistas vocales recibieron una larga ovación del público, saliendo a saludar varias veces.
Dos obras tan populares y queridas por el público como el Aleluya de El Mesías de Haendel y el Agur Jaunak, esta última fuera de programa y con el público puesto en pie, pusieron el broche de oro a una velada digna del aniversario celebrado y de las instituciones protagonistas.