Joseba Lopezortega /
2018 ha sido una edición importante en la evolución de Musika Música. El primer tercio del siglo XX en la Europa continental es un ámbito musical ciertamente amplio y lleno de magnífica y diversificada producción, como se ha hecho palpable en estos días a los aficionados menos conocedores, pero el riesgo estaba ahí: algunos nombres propios de la excepcional nómina de compositores del periodo podían seguir resultando radicales para el público… un siglo después. Pero ese tabú, si existía, se ha roto: el público ha acudido masivamente a las salas y se han aplaudido calurosamente obras realmente exigentes. La primera conclusión de MM2018 es que hablamos de un festival masivo y popular, sí, pero también de un festival capaz de arriesgar. La razón es evidente: Musika Música tiene un fondo de comercio sólido y evolucionado y su público es fiel también en horarios y territorios poco frecuentados. Algunos actores de la música clásica vasca harían bien en extraer conclusiones -o al menos debieran plantearse algunas preguntas-.
Ya se ha anunciado para 2019 el eje temático Londres / Nueva York. Ese potencial espacio de programación parecía implícito en el escrupuloso carácter continental de la música programada en 2018, a excepción de dos conciertos de canciones inglesas ofrecidos, con éxito, por el barítono Christopher Robertson y el pianista Rubén Fernández-Aguirre. La importancia de esos dos centros de producción es evidente, y hay que subrayar algo: Musika Música mirará al mundo anglosajón en un momento histórico de las relaciones políticas y estratégicas entre Estados Unidos, Gran Bretaña y el resto del mundo. En marzo de 2019 el aislacionista Donald Trump ya gobernará pensando en su reelección, y el 29 marzo de 2019 se agotará el plazo para que Gran Bretaña abandone la Unión Europea. Pues bien, la música de Nueva York y Londres recordará a todos y todas que los lazos culturales son más sólidos y probablemente más valiosos y perdurables que las coyunturas políticas. Difícil pensar en mirar al mundo anglosajón en un momento más adecuado.
Lo mejor de Musika Música 2018
(sigue bajo la foto)
Sin ánimo de exhaustividad, propongo estos aspectos como algunos de los que Musika Música ha dejado para el recuerdo de la afición.
Órgano. El magnífico instrumento del Euskalduna se ha utilizado en un programa dedicado y reclama su sitio en la próxima edición. Contar con un órgano como el de Euskalduna marca una diferencia y una ventaja objetiva -e insalvable- respecto a cualquier auditorio de las proximidades. Emplearlo ha sido una de las mejores iniciativas de la edición.
Dmitriev y San Petersburgo. Qué gran orquesta la Sinfónica de San Petersburgo y qué gran maestro el veterano Alexander Dmitriev. De una madurez, precisión y expresividad memorables sus intervenciones, con una Séptima de Shostakovich sencillamente excepcional que suscitó una catarata de aplausos y bravos como no recuerdo en otro concierto sinfónico en el Euskalduna. Creo que ese ha sido el concierto memorable de Musika Música 2018. Traer a esta orquesta con su titular ha sido un acierto pleno de la organización.
La Cámara y el piano: programas exigentes y formaciones de calidad, y un repertorio amplio y de gran interés. Siempre a un altísimo nivel la Camerata del Concertgebouw, lo mismo la Orquesta de Cámara de Europa, y buena la actividad de cuartetos y pianistas.
El público. Maravilloso en su entrega, fidelidad y actitud, cimiento y también pináculo de una manifestación musical que avanza hacia su consolidación como una oferta musical de primer orden. Nueva York y Londres son próxima etapa en esa necesaria dirección.