Mundoclasico: BOS 2018-19: picas, corazones, diamantes y tréboles
Joseba Lopezortega /
No puede decirse que la próxima temporada de la Sinfónica de Bilbao no asuma riesgos, porque asume el riesgo más grande: querer tocar muchos palos, como si quisiera convocar de esa manera no sólo a un perfil de público, el de unos aficionados que en la temporada en curso le han sido esquivos, sino a una base social más amplia que pueda sentirse atraída por señuelos no tradicional o exclusivamente musicales, como ejemplifican el arrebato cinéfilo de ofrecer con proyección y diálogos el filme West Side Story o rememorar los cincuenta años de la odisea espacial de Stanley Kubrick, guiños pop en el seno de una temporada muy ecléctica y que encontrará su justificación si el público, cartas en mano, se anima y hace juego.
La BOS tocará en quince de los diecisiete programas, otros se reservan a la OSCyL y la OSN, ambas en enero. La orquesta con sede en Valladolid estará dirigida por Andrew Gourlay, su titular, y hará Poema del éxtasis de Scriabin, la orquesta navarra tendrá en el podio a Hernández Silva. De los quince programas de la BOS, ocho los dirigirá su titular, Erik Nielsen. Son los suyos programas de notable disparidad. Dirigirá obras de Beethoven, Dvorak, Martinu con Zimmermann tocando el número 1, Britten, Schumann, Debussy, una selección de arias para contratenor con Carlos Mena y otros tres programas que merecen un comentario más detenido. El primero de ellos es un popurrí titulado ¡Muerte a Halloween! así, entre exclamaciones: Mozart, Strauss, Lachenmann, Marschner, Gounod, Humperdinck. Podría titularse “Gloria a Halloween” con idéntica adecuación, sin duda, pero es que los títulos de los programas merecerían un análisis por sí mismos, análisis para el que francamente no me encuentro capacitado.
Volvamos a Nielsen y los dos programas más atractivos que ofrecerá en la temporada. En diciembre, primera vez que dirigirá una sinfonía de Mahler (al menos en Bilbao), la Tercera. Es una elección adecuada, pues a priori se acerca más a las cualidades de Nielsen que otras sinfonías del compositor. Es todo un reto que afrontará con las estupendas mujeres de la Coral de Bilbao, con el coro infantil de la propia Coral y con la mezzo Janina Baechle, una estupenda mahleriana. Una gran cita. Ya en junio, Nielsen volverá a Wagner, con un programa que incluye Preludio y muerte de amor de Tristán e Isolda y una selección de El ocaso de los dioses. Estas “selecciones” no me gustan, francamente, pero es indudable su efectividad y presumiblemente facilitarán el lucimiento y el placer de maestro, orquesta y público. Cantará la soprano Rachel Nicholls, quien convence con Isolda en numerosos escenarios en las últimas temporadas. Es uno de los muchos nombres propios de interés de la temporada. Otros solistas destacados son, además de los citados, Guillermo Pastrana, Josu de Solaun, Baiba Skride o Khatia Buniatishvili.
Xian Zhang es la primera directora invitada de la temporada. Dirigirá obras de Ligeti y Richard Strauss, el importante programa titulado 2001: A Musical Odyssey. Segundo año consecutivo con una directora en temporada, y en esta ocasión con un programa de ley. Que vengan más, por favor.
Tras el paso por el escenario bilbaíno de las orquestas invitadas ocupará el podio Carlos Miguel Prieto, de nuevo en Bilbao, con obras de Bernstein, Copland, Ginastera y Gershwin. Después será el turno del vasco Diego Martin-Etxebarria, uno de los maestros vascos que están haciendo carrera internacional al margen de Juanjo Mena (el otro sería Unai Urretxo, a quien sería muy deseable ver pronto en Bilbao). Creo (y lo lamento) que el programa que va a dirigir Martin-Etxebarria es de los menos apetecibles de la temporada, pese a contar con el oboísta de la BOS Nicolas Carpentier y con la soprano Marina Monzó, ya conocida en Bilbao por su participación en el segundo elenco de La sonnambula de la temporada de ABAO hace un par de años.
Eliahu Inbal dirigirá la Sinfonía número 5 de Mahler. De Inbal lo mejor que se puede decir es que no hay mucho que añadir: su presencia es garantía en este repertorio y es sobradamente conocido. La Número 5 se anuncia como única obra en el programa, cosa de agradecer. Antes habrá visitado la temporada Pablo González, a quien le han caído en suerte Buniatishvili y la Número 11 de Shostakovich. Unos tanto, otros tan poco. Y después de Inbal, turno de Miguel Harth-Bedoya, con el Concierto número 1 para piano de Chaikovski (con Evgeny Konnov) y las Variaciones Enigma de Elgar. Hay interés en disfrutar del maestro peruano con base en Estados Unidos.